POR LA LIBERTAD

Precios máximos por ley

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Me sorprendió enormemente el acuerdo gubernativo 130-2020, del Ministerio de Economía, en el que se establecen precios máximos para una serie de medicamentos. El acuerdo lo firma el presidente de la República, la secretaria general de la Presidencia de la República y el ministro de Economía. Pensaba que no volvería a ver en mi vida el establecimiento de precios topes o máximos, pero me equivoqué.

' Nadie en su sano juicio va a importar o producir un medicamento para venderlo por debajo de lo que le cueste.

Ramón Parellada Cuadrado

Los controles de precios por decreto o ley implican el establecimiento de precios máximos o precios mínimos. Los precios máximos son aquellos que se imponen a ciertos productos o servicios, prohibiendo su venta por encima de ese precio. Lo mínimos son los que se imponen a otros productos o servicios, prohibiendo que se pague menos de lo fijado. El ejemplo más claro de los precios mínimos son los salarios. No se puede pagar menos de lo que establece el Gobierno. El precio máximo a ciertos medicamentos implica que no se podrán vender legalmente estos productos por encima del mismo.

El problema es que esto no funciona. La intención es buena, al tratar que los precios no se disparen, pero las consecuencias serán contrarias en caso de que el precio máximo fijado por ley sea inferior al precio de mercado. De ser así, habrá desabastecimiento o escasez. La intención era que todos pudieran conseguir ciertos medicamentos a precios fijados por el Gobierno y la realidad será que no los encontrarán. Nadie en su sano juicio va a importar o producir un medicamento para venderlo por debajo de lo que le cueste.

A principio de los ochentas existían precios máximos a muchos productos de la canasta básica. Los productores de leche sufrieron porque no les salían las cuentas. El mercado de leche experimentó una degradación de la calidad de esta (leche con agua). Surgió leche en el mercado informal o negro, más cara, pero de buena calidad. En la medida en que se reforzaron los controles, los productores de leche decidieron salirse de ese mal negocio y el hato lechero terminó en el asador. Nos comimos las vacas productoras de leche.

Con los medicamentos con precios máximos, si estos son menores al precio de mercado, la cantidad ofrecida será menor a la cantidad demandada y, por lo tanto, habrá escasez. Así de sencillo. Los precios altos son como un semáforo que indica al productor que la cantidad demandada ha aumentado y por lo tanto debe concentrar sus recursos en producir más. Gracias a ese precio alto, el mercado pronto se llena de producto y los precios comienzan a bajar. Quienes fijan el precio en un mercado libre son los propios consumidores con sus compras o abstenciones de comprar. El consumidor es el rey.

Se quiere evitar que los precios suban “exageradamente”. Pero esto es parte de ese mecanismo de corto plazo para que el producto existente se coloque donde más urgencia existe. Los especuladores, con sus acciones de compra o venta, evitan que los precios lleguen a un pico mayor cuando hay escasez, dado que han comprado más barato y tienen el producto disponible cuando no hay suficiente del mismo. Sirven al mercado justo en esos momentos en que más lo necesita el consumidor. Con sus ventas evitan que los precios sigan subidos más. Pero también hacen una gran labor cuando los precios están deprimidos, ya que, con sus compras, cuando nadie más quiere el producto, evitan que el precio caiga más y los productores sienten un alivio al poder colocar su producto, aunque sea barato. El especulador arriesga su propio capital. Si se equivoca perderá.

El Gobierno debe dar marcha atrás con los precios máximos si no quiere causar mayores males a la población.

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