CON OTRA MIRADA
Proeza de unos, tormento y botín para otros
Para Latinoamérica, el emblemático 1992 fue un parteaguas en la costumbre europeizante de celebrar el descubrimiento de América; enorme territorio rico en civilizaciones ancestrales con alto grado de desarrollo cultural, técnico, profesional y científico. Soberanías conocidas entre sí, con importantes intercambios comerciales y, desde luego, con rivalidades territoriales aún presentes. Señoríos indómitos que absorbieron la cultura impuesta, dando lugar al mestizaje que hoy nos identifica, pero que aún no nos une.
Proeza de unos que devino en tormento y botín para otros; de ahí la reivindicación de los pueblos originarios a la llegada del V Centenario del “Descubrimiento de América”, cuyo reclamo por su lugar en la sociedad republicana, forjada con la Independencia en 1821, sigue vigente ante autoridades racistas, discriminadoras e indiferentes.
Del “descubrimiento”, España pasó a la conquista y como en todo proceso de explotación, dominó el territorio. Creó y planificó pueblos y ciudades, imponiendo la traza urbana renacentista, de retícula ortogonal, orientada a los puntos cardinales.
El fenómeno del sincretismo (hibridación o amalgama de dos o más tradiciones culturales) se produjo tanto en lo religioso como en el uso del idioma y también en la arquitectura. En esta última, a costa de destruir templos para construir sobre ellos las iglesias dedicadas al nuevo dios. Ese proceso empezó con la fundación de Santiago de Guatemala (25Jul1524), en la ciudad Iximché, que no dejó traza física, pues tan solo se trató de instalar la autoridad española en el territorio. Su desarrollo tuvo lugar en tres sucesivos asentamientos: valle Almolonga (Ciudad Vieja 1527-41), valle Panchoy (La Antigua Guatemala 1543-1773) y valle de la Ermita (Nueva Guatemala de la Asunción 1776-hasta hoy).
' Cuyo reclamo por su lugar en la sociedad sigue vigente ante autoridades racistas, discriminadoras e indiferentes.
José María Magaña Juárez
El modelo de explotación sustentado en la encomienda incluyó la apropiación de tierras, hasta entonces propiedad de los pobladores originarios, su organización social y servicio comunal, así como la creación de grandes fortunas para españoles y criollos ligados al poder, su manejo y administración.
Esa estructura feudal del período colonial sobrevivió la independencia y aún perdura, ahora con máscara democrática, sistema que permite votaciones regulares cada cuatro años para elegir presidente, diputados y alcaldes. Orden constitucional que de vez en cuando es necesario romper por la vía del golpe de Estado, con armas o civilizadamente, ante el abuso de poder, cuando este tiende a ser absoluto.
Como consecuencia de la revolución francesa de 1789, Agustín de Iturbide lideró la independencia de México e implementó el Plan de Iguala (1810), que hizo temer guerras civiles en el resto del continente; amenaza complementada por la Constitución de Cádiz (1812), que, entre otros, garantizó igualdad entre indígenas, ladinos y criollos, por lo que las ideas independentistas estuvieron en boca de todos.
Ante eso (Mzo1821), la Corona envió como capitán general del reino de Guatemala a Gabino Gaínza, quien convocó para el 15Sept1821 a autoridades, iglesia, universidad, comerciantes y otros grupos de poder para discutir el proceso de independencia. Proceso en el cual los encomenderos negociaron con el capitán general cómo pactar la independencia a espaldas del pueblo, garantizando su permanencia en el cargo.
En otras palabras, el acta de independencia la dictó el primer pacto de corruptos. Pacto que en Sept2017 vimos cómo se restructuró con los mismos y circunstancias similares desde los tres poderes del Estado: Legislativo, Judicial y Ejecutivo, coaligados a cámaras empresariales, militares y financistas de campaña, a fin de garantizar su integridad y bienestar, a costa de mantener al resto del país en condiciones de ignorancia, miseria y desamparo.