La distancia tiene significado.
Si usted quiere alcanzar de manera más fácil sus objetivos de comunicación, no olvide convertirse en un administrador de la “proxémica”; es decir, conviértase en alguien que gestiona su territorio y domina el espacio en el que se encuentra, en función del rol del momento.

¿Cómo se gestionan estos territorios?
El antropólogo Edward T. Hall investigó sobre las percepciones culturales del espacio. Resultado de sus hallazgos, la distancia se establece en círculos concéntricos a partir del lugar donde se ubique una persona: la íntima hasta los 45cm; la personal, hasta 1.20m; la social, hasta 3.60m; y la pública, más allá de esta medida.

Estos hallazgos proveen información valiosa para que un comunicador hábil potencie su mensaje mediante el uso idóneo de la distancia. A manera de ejemplo, en el espacio íntimo entran en juego el olfato y el tacto. En el espacio personal, caracterizado por los encuentros casuales o laborales, será clave la duración de la cercanía en el saludo o la conversación. En el ámbito social, la posición jerárquica de los invitados o el eje que quiera resaltar el anfitrión condicionará la distribución de las mesas en el recinto.

El refrán ni tan cerca que queme el santo, ni tan lejos que no le alumbre no es en vano. En la comunicación interpersonal y de grupos hay procesos que fracasan porque el emisor, pretendiendo ser empático, invade el espacio del otro, y al hacerlo, genera el efecto inverso al deseado.

La cultura, el género y la edad le dan significado a las distancias. Hasta los bebés aprenden el código desde el día que nacen. En un inicio saben de besos y abrazos, pero al paso del tiempo giran la cabeza para marcar distancia con la persona con la que no quieren estar. Hay culturas en las que sus habitantes utilizan cobertores comunes cuando duermen en pareja, en tanto que en otras se privilegia el uso de sábanas individuales.

La distancia social está particularmente de moda debido a la pandemia y a las medidas de bioseguridad. De todas formas, esta puede planificarse y optimizarse según el tipo de relación, actividad y emotividad del encuentro.

Evaluar tener contacto cercano o no con los interlocutores —y de qué forma— forma ahora parte del ámbito de la comunicación estratégica, porque conlleva la construcción de entornos más controlados en su proceso de comunicación.
Como observador de una situación, vea la cantidad de significados que resaltan en un evento público, una conferencia, un video, y el valor estratégico que posee la distancia… Verá que muchas veces no hace falta escuchar palabras para darse cuenta de una desavenencia, un rencor, un conflicto o una falta de empatía, tan necesaria para que los mensajes viajen de manera expedita de emisor a receptor. Por lo general, la proximidad entre las personas es un factor que ha pasado por alto.

La distancia está cargada de significados y es un elemento intrínseco de la credibilidad en la comunicación; aunque —no lo olvide— nos referimos a las distancias físicas, porque el lenguaje emocional es otra cosa… los corazones más cercanos están exentos de la proxémica.