PUNTO DE ENCUENTRO

Querido Ronaldo

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Esta es una de esas columnas que nunca habría querido escribir. Y no precisamente porque no se merezca este modesto texto para honrar su memoria, sino porque su partida no debió ocurrir de forma tan trágica y prematura. Enterarme de su fallecimiento fue una noticia dolorosa, de las que no se pueden o no se quieren creer.

Un colega me llamó para preguntarme si yo podía confirmar lo ocurrido. No había visto las redes ni los chats, y solo atiné a responderle que iba a averiguar. A partir de ahí una tristeza profunda y una catarata de lágrimas que siguen asomándose de vez en cuando.

Nos quedó una charla pendiente. Habíamos hablado un par de semanas atrás sobre los ataques que estaba recibiendo, los seguimientos de los que era objeto y la publicación de fotos suyas en cuentas anónimas en redes para que le quedara claro que lo estaban vigilando. Como las calumnias en su contra subieron de tono, le sugerí que fuera al MP a poner la denuncia, aunque los dos estábamos claros que en este momento de poco serviría. Pero insistí. Tiene razón, me dijo, por lo menos que quede documentado.

Hablamos de un montón de cosas más y, obviamente, del tsunami autoritario en el que nos siguen hundiendo. Nos queda el derecho de pataleo, comenté, y nos reímos para no dar paso a la frustración. Eso y la organización, me respondió. Entonces quedamos de vernos para conversar, pero la vida decidió otra cosa. “Un abrazo, Monzón Paredes”, así se despidió.

No recuerdo bien cómo fue que empezamos a saludarnos por nuestros apellidos, sí me acuerdo que un día le dije “Robles Zea”, en alusión a Abdon Rodríguez Zea, que tenía, como usted, una facilidad asombrosa para comunicar y conectarse con la gente a través de la radio. Y así quedó. Más de 20 años nombrándonos así.

' Luchador incansable, periodista sagaz, comunicador nato.

Marielos Monzón

Pasó el tiempo, querido Ronaldo. De aquellos años en los que compartimos a diario nuestro programa de radio En Perspectiva, la primera radiorrevista de información y análisis del país que rompió moldes y causó tanto escozor —como siempre lo hace el periodismo independiente—, hasta la época en la que permanecimos más distantes, cuando usted asumió como secretario de Comunicación de la Presidencia y yo seguí desde la radio y esta columna cuestionando al poder. Vaya si hubo desacuerdos y visiones contrapuestas, pero permaneció el respeto y no se acabó la amistad.

De su paso como funcionario recuerdo su apuesta por construir un sistema de medios públicos que trascendiera a la lógica de la propaganda gubernamental. Una especie de BBC o RTVE a lo guatemalteco. También el esfuerzo por reconstruir la memoria histórica y reivindicar a las víctimas de la barbarie de los tiempos de la guerra. Los actos de pedido de perdón del Estado a las familias de desaparecidos y asesinados en el mismísimo Palacio Nacional marcaron una enorme diferencia con lo que vino después. Y, por supuesto, usted no salió millonario ni se enriqueció ilícitamente.

Pero su vida y sus aportes trascendieron el ámbito de lo gubernamental. Desde muy joven se inició en el periodismo, en la Agencia Cerigua, luego formó parte del equipo de reporteros de elPeriódico y fue cofundador de la revista estepaís. Fue productor y periodista radial, columnista y analista, y en la última década, a través de sus videos en Materia Gris y la productora El Búho, generó contenidos audiovisuales que impactaron la agenda pública y mediática y contribuyeron a la reflexión política y a combatir la hegemonía del discurso público de los sectores de poder. Por eso los ataques.

Siempre lo recordaré como un luchador incansable, un periodista sagaz, un amigo entrañable y un colega que tenía clarísimo que la comunicación es una herramienta indispensable para la transformación de nuestro país. Gracias por todo, mi querido Ronaldo. Hasta que nos volvamos a encontrar.

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