Durante muchos años, se propuso una convivencia amable, complementaria y, sobre todo, pacífica. Nuestro país, es una nación con muchas culturas en su seno. Multicultural, pluricultural, intercultural, transcultural, postcultural etc. son conceptos recurrentes, definidos por especialistas para proponer programas de convivencia donde se gane con esa riqueza humana. Se llama al apoyo de tradiciones, literalmente: milenarias. A los temerosos de entrar en escenarios violentos, se les tranquilizaba con el ejemplo de España. Allí se convivía en distintas comunidades autónomas constructivamente apoyando expresiones locales: idioma, tradiciones, fiestas etc. Ahora, es un contra ejemplo. En efecto, el proyecto multicultural español, es una pesadilla debido a una orgía de xenofobia impulsada por oscuros intereses y financiamientos.

Si una persona, se encuentra en Barcelona y pide en castellano, un platillo; debe aceptar un riesgo. Le hacen esperar y le cambian la orden. ¿Qué paso? Hubo un malentendido, error humano o distracción del mesero. ¿Se les terminó el guiso? ¿Ha sucedido una confusión al descubrir el acento hispanoamericano? Acaso, la entonación o las palabras de cortesía son equívocas. El mesero se esconde y el capitán de meseros no se acerca a pesar de llamarlo. Finalmente, se evalúa entre salir a caminar para buscar otro comedor o se acepta lo servido. Al fin y al cabo, la comida es sabrosa, aunque el platillo equivocado siempre es más caro. La cuenta arriba rápidamente. Se trata de un examen para dañar el patrimonio del cliente considerado extraño. Se ha tenido la mala suerte de ser atendido por racistas. No son todos, pero si muchos.

En Cataluña o Catalunya como prefiera, son mayoría. La agresión no es para latinoamericanos, sino también contra otras regiones: Andalucía, Madrid y así, en general. Si se habla castellano, se sufrirá alguna agresión, en algún momento. La probabilidad que suceda se ha incrementado, si se utiliza como medición, a la consulta electoral. La mayoría desea romper la cohesión de convivencia en el país conocido como España. Cierto, los asustados votaron y desplazaron a los más radicales. Pero, ya se sembraron vientos…

No es un grupúsculo de desadaptados. Estadios enteros gritan improperios, en lugar de apoyo a su equipo. Lo último fue la agresión contra el jugador Vinicius, un jugador brasileño afrodescendiente. Fue en Valencia, pero es sabido el financiamiento catalán de políticas agresivas, en las autonomías vecinas, donde favorecen la xenofobia. En la televisión del gobierno autonómico catalán, se burlan de los andaluces haciendo escarnio de la Virgen del Rocío. Se prohíbe el castellano en la escuela, en la universidad, etc.

Si el daño fuera solamente en ese país, se pasaría por alto. Pero han minado la posición política de los partidarios de otorgar apoyos a grupos culturales relegados en diversos territorios nacionales. Cuantas veces, no se ha demandado en nuestro país, la enseñanza en las lenguas mayas. Los Acuerdos de Paz acordaron una universidad maya. Se pide en los medios de comunicación masiva expresión en los idiomas nacionales, para fortalecer la convivencia. Pero, con el ejemplo español, los contrarios a otorgar trato preferencial para equiparar desniveles históricos, encontraron argumentos para oponerse, alegando un peligro para la unidad nacional. ¡Ojalá pase esa pesadilla! Para mientras, es una alerta para reconocer posiciones xenófobas. No hay que cejar en afirmar nuestra voluntad de convivencia entre diferentes expresiones culturales y jamás aceptar el racismo agresivo.