PUNTO DE VISTA
Rusia, Occidente y el resto
Después de la II Segunda Guerra Mundial ha habido numerosos conflictos bélicos; sin embargo, no pueden compararse con la gravedad de la invasión rusa a Ucrania. Una potencia nuclear, país fundador de la ONU y uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, utiliza la fuerza militar para ocupar un vecino, violando burdamente la Carta de las Naciones Unidas, la integridad territorial y la soberanía de un país reconocido internacionalmente. Cuando en 1990 Saddam Hussein ocupó Kuwait, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó unánimemente, incluyendo, obviamente, el voto favorable ruso, la intervención de una coalición, liderada por los Estados Unidos, para defender la integridad territorial y la soberanía de Kuwait.
' Regresa la alianza ruso-china de 1949, ahora invertida: el Oso depende cada vez más del Dragón.
Sadio Garavini di Turno
El mundo ha cambiado, en 1990 estaba terminando la Guerra Fría y los EE. UU. eran la única “hiperpotencia”, con preeminencia en todas las dimensiones del poder: militar, económico, tecnológico, ideológico y cultural, pero el breve momento “unipolar” y la “Pax Americana” se acabaron, retornan con furia la Historia, la geopolítica y las esferas de influencia en un sistema internacional multipolar.
El agresivo revisionismo geopolítico de Rusia en Europa, de China en Asia y de Irán en el Medio Oriente, conjuntamente con el belicismo irresponsable de la satrapía hereditaria comunista de Kim Yong-un, están creando un mundo muy peligroso. Una consecuencia inmediata de la guerra de Putin ha sido el fortalecimiento de la Otán y en general de las alianzas en el llamado “Occidente”, alrededor de los EE. UU.
Las pacifistas Alemania y Japón de la segunda posguerra han iniciado un importante proceso de rearme, los EE. UU. también han incrementado su gasto militar. Finlandia y Suecia, dos naciones tradicionalmente neutrales, están ingresando a la Otán.
En el Indo-Pacífico se fortalece el grupo QUAD, integrado por EE. UU., Japón, Australia y la India, la cooperación militar del AUKUS, entre EE. UU., Australia y el Reino Unido, sin olvidar la alianza del ANZUS, que incluye a Nueva Zelandia. Por otro lado, regresa la alianza ruso-china de 1949, ahora invertida, el Oso depende cada vez más del Dragón. A este par hay que sumarles la dictadura clericocrática iraní y Corea del Norte.
¿Y el resto del mundo? Es cierto que la gran mayoría de la ONU ha votado por condenar la invasión rusa; sin embargo, más de 30 países se han abstenido, incluyendo la India y prácticamente ninguno de los países del llamado Sur Global están ayudando a Ucrania a defenderse. Los Estados, en general, actúan de acuerdo a sus intereses, por eso la democrática India mantiene excelentes relaciones con Rusia, aprovechando comprar su petróleo y sus armas a descuento. Al mismo tiempo, fortalece su cooperación con los EE. UU, en el QUAD, frente a la agresividad china en la frontera del Himalaya.
No olvidemos que Nehru, uno de los padres fundadores de la India moderna, dijo: “Cada vez que la China vuelve a ser la China, vuelve a ser imperialista”.
En América Latina, muchos países se están orientando, de acuerdo a sus intereses, por un no alineamiento activo y pragmático frente al conflicto China-EE. UU. China ya es el principal socio comercial de América del Sur. En relación a la guerra en Ucrania, salvo el voto de la “pareja siniestra” en Nicaragua a favor de Rusia, las abstenciones de Cuba, Bolivia, El Salvador y el vergonzoso “no voto” de Venezuela por “maula”, los demás votaron de acuerdo a los principios del multilateralismo, la integridad territorial, la soberanía y la solución pacífica de las controversias. Pero, en la práctica, priman los intereses.