RINCÓN DE PETUL
Salir de la cápsula, germinar
Es primero de julio, y ha pasado una semana desde que Guatemala sorprendió a todos desde las urnas. Pudo ser que ganó el partido UNE, en la tercera participación electoral de la señora Sandra Torres. Pero la noticia se la llevó el segundo lugar, el Movimiento Semilla, pues había sido desestimado para esta elección. Se anticipaba que lograría modestas diputaciones y que el binomio presidencial andaría por el octavo lugar. En vez, logró un impresionante número de 23 diputados en el Congreso y pasó a la segunda ronda. En cualquier escenario anticipado, hoy, la noticia sería la evolución de las dos candidaturas de cara a agosto. Pero ese no es el caso. Son las 3 de la tarde, este artículo debe irse a impresión, y falta una hora para que lo totalmente desconocido suceda. Se teme y anticipa que la Corte de Constitucionalidad pueda meter mano en la elección, pasando violentamente encima de la decisión del pueblo.
Es sábado primero de julio, son las tres de la tarde, y Guatemala está en un limbo político y jurídico, pues se teme que —insólitamente— se traigan abajo las elecciones. Trascendió que hoy a las 4 de la tarde los magistrados de la Corte de Constitucionalidad sesionarán extraordinariamente en fin de semana y conocerán un amparo presentado contra entes electorales, aduciendo alteraciones en las actas finales de cierre y el escrutinio de votos en las elecciones. Antes de hoy nunca sucedió algo así; por lo menos desde que rige la constitución vigente y se instaló la aún llamada etapa democrática del país. Una inédita coalición de partidos políticos y sectores afines al poder promueven este golpe; no solo con acciones legales, sino también con propaganda desde todas las plataformas de comunicación posibles. ¿Qué cambió con esta elección y provocó semejante reacción? Pues que pasó a la segunda vuelta un partido opuesto al sistema de corrupción imperante.
' Para una organización como Semilla, ganar la elección no puede ser meta suficiente.
Pedro Pablo Solares
Mucho se dice que el partido Movimiento Semilla sorprendió en las pasadas elecciones. Pero quizás, aún más que ellos, el que más sorprendió esta vez fue el pueblo de Guatemala. Piénselo: finalmente votó por una opción que estuviera alejada de la corrupción. Pues, aún con sus problemas y limitaciones, Semilla es una opción que se aleja de la verborrea moralina con la que otros han engañado a la población. Una opción que, hace planteamientos concretos y promete transformación social. Es sorprendente, realmente, que el pueblo haya tardado tanto. Ese mismo pueblo que antes eligió a un Giammattei, con todo y su antipatía; y a un Morales, con todo y sus baraterías. Y a tantos otros más. Es de anticiparse que los sistemas de poder ya calcularon que en segunda vuelta Semilla tiene reales probabilidades de ganar. Si no, no se molestarían en atropellar tan flagrantemente la poca institucionalidad democrática que aún quedaba en nuestro violado y lastimado país.
Lo que Semilla promete no es cosa fácil. Transformar un país creado desde su inicio para la extracción se mira como reto imposible. Además, serán más altas las expectativas hacia una organización que realmente ofrece eso. Por ello, sus integrantes habrán de saber que ganar la elección no es meta suficiente. Ni siquiera eventualmente tomar posesión de la presidencia, con todos los retos y obstáculos que el poder corrupto le echaría encima. La única meta aceptable para una propuesta como tal es lograr gobernar alcanzando los objetivos propuestos. Gobernar de forma insulsa, sin dientes o dominados por la corrupción, no puede ser opción admisible. Es grande el reto. 23 diputaciones solas no hacen demasiado. Así que su capacidad de aglutinar fuerzas sociales a futuro habrá de ser determinante. ¡Qué gran reto para una organización que encapsulándose logró el prestigio que la gente notó a la hora de votar!