La Ley Electoral y de Partidos Políticos (Lepp) establece que la convocatoria a elecciones generales debe realizarse, a más tardar, la tercera semana de enero del año electoral; falta menos de un mes. En un sistema en el que todo está en juego al mismo tiempo, en un solo ejercicio habrá elección de presidente y vicepresidente, 340 alcaldías y concejos municipales, 160 diputados al Congreso y 20 diputados al Parlacén. El Tribunal Supremo Electoral (TSE) ejercerá control de la pauta publicitaria de manera que sea “equitativa” para el gran número de partidos y candidatos.

Los resultados de las elecciones de 2019 son aleccionadores. En la primera vuelta, Sandra Torres alcanzó el primer lugar, con 1.12 millones votos, 25.5% del total, casi el doble de Alejandro Giammattei, en segundo lugar, con 614 mil votos, 13.96%. La segunda vuelta fue contundente; Giammattei triplicó la cantidad de votos obtenidos en primera vuelta, al conseguir 1.90 millones (57.95%), mientras que Torres solo logró aumentar 23%, a 1.38 millones (42.05%). Sandra Torres también pasó a segunda vuelta en las elecciones de 2015 y aumentó en 30% los votos obtenidos en la primera ronda, insuficiente para derrotar a Jimmy Morales, que duplicó la cantidad de votos y ganó la elección. Sandra ya tiene práctica y fuerte reconocimiento de marca, pero parece tener un techo de simpatía inferior al voto de rechazo.

Habrá más, pero conozco de siete encuestas de opinión sobre posibles candidatos a la presidencia en las elecciones de 2023, las más recientes realizadas el pasado mes de octubre y la más antigua, en mayo. En todas ellas va a la cabeza Zury Ríos, con preferencia que va desde 14% (Datum) hasta 32% (C&E Research); en seis de las siete, Sandra Torres ocupa el segundo lugar. El tercer lugar en estas encuestas es disputado por Edmond Mullet, Thelma Cabrera y Roberto Arzú. Las encuestas tienen bastante variación entre ellas y en algunas figuran Neto Bran, Manuel Villacorta y Manuel Conde. A estas alturas no se les puede dar mucha credibilidad a las encuestas, pero es significativo que el primero y segundo lugar es relativamente constante en ellas. Por lo pronto se visualiza una batalla entre Zury y Sandra, desprendidas del pelotón.

Más allá de lo que pueda ocurrir en las urnas, hay incógnitas que dependen del balance de fuerzas y agendas en el TSE, OJ y CC. Miembros del pelotón, especialmente el oficialismo, calcularán que pueden mejorar significativamente sus probabilidades si logran eliminar de la contienda a una o ambas mujeres que lideran las preferencias y no faltarán presiones y maniobras en el TSE y amparos judiciales para despejar el camino. Los escasos tres meses entre la convocatoria y fecha límite para inscribir candidatos aumenta la potencia de atrasar procesos y tender trampas legales. Las reglas bajo las que opera el TSE le confieren amplia capacidad discrecional y habrá movimientos que conduzcan hasta la CC, donde puede pasar cualquier cosa.

Podría surgir una chispa sorpresiva; una oferta electoral, meme en redes sociales o evento dramático que catapulte a algún improbable que no cuenta con organización partidaria. Con tantos candidatos, será muy difícil realizar debates u otro tipo de ejercicio mediático que permita a los votantes realmente comparar y contrastar cualidades personales y planes de trabajo. La publicidad se reducirá a los spots y artes que apruebe y paute el TSE, que vigilará que nadie se pase de las rayas que dibuje. Los medios utilizarán delicadas pinzas equitativas en reportajes, noticias y entrevistas. Se acerca la gran chamusca chapina.