IDEAS

¿Se está cayendo el cielo?

El Silicon Valley Bank (SVB), uno de los más grandes de EE. UU., quebró la semana pasada. El domingo quebró otro banco, el Signature Bank de Nueva York. Entre ambos tenían activos por casi USD300 mil millones. Son el segundo y el tercer banco más grandes que han quebrado en la historia de ese país. Esta semana, el Credit Suisse, uno de los bancos más grandes del mundo, estuvo a punto de quebrar. ¿Qué está pasando? ¿Llegamos al temido meltdown —colapso— del sistema financiero global?

' Los bancos centrales tienen la tendencia a que se les “pase la mano” en ambos extremos, cuando suben las tasas y cuando las bajan.

Jorge Jacobs

El gobierno de EE. UU. estuvo todo el fin de semana tratando de encontrar quién le comprara el SVB, pero no lo logró, así que el domingo por la tarde anunció que “rescataría” a todos los depositantes de ambos bancos, para evitar que el lunes, cuando abrieran los mercados, se diera una corrida masiva de bancos. Se guardaron bien de decir que era a los depositantes a quienes rescataban, no al banco —sus accionistas—, pero al final el efecto es muy similar: los depósitos “no asegurados” —más del 90%— funcionarían como que estuvieran “asegurados”. En Europa pasó algo similar, aunque allí sí el Banco Nacional Suizo le “prestó” ayer al Credit Suisse 50 mil millones de francos suizos para evitar que quebrara.

Temporalmente lograron contener la crisis, que sí pudo llegar a una corrida masiva de bancos, en efecto, colapsando todo el sistema; pero los problemas de fondo no se han resuelto. El origen del problema viene desde la crisis pasada, cuya “solución” sentó las bases para la siguiente crisis. Quince años después, aquí estamos. Luego de muchos años de tasa bajas —en algunos casos incluso negativas—, la gigantesca inyección de liquidez a través de lo que denominaron quantitative easing y el gasto desmedido de los gobernantes cubierto con más impresión de moneda, pasó lo que tenía que pasar, la inflación se desbocó.

Para resolver el problema que crearon —aunque jamás aceptarán la autoría— le metieron freno de mano a la economía, subiendo precipitadamente las tasas de interés y restringiendo la liquidez —ahora con el quantitative tightening—. Uno de los efectos colaterales son los que vemos ahora en los bancos. En el caso del SVB, en las épocas de bonanza invirtieron buena parte de sus activos en documentos supuestamente seguros —principalmente bonos del Tesoro de EE. UU.—; sin embargo, con el incremento de las tasas de interés los bonos bajaron de valor ocasionando pérdidas en libros, las cuales, cuando se vieron en la necesidad de venderlos para cubrir retiros de depósitos, se convirtieron en una bola de nieve que se trajo abajo al banco. No se puede atribuir toda la responsabilidad al incremento de las tasas, pues el banco debió tomar las medidas apropiadas para reducir el riesgo, pero no lo hizo.

El caso del Signature Bank no era igual, pues su situación no era tan crítica, por lo que analistas argumentan que la razón principal para intervenirlo fue que era uno de los pocos bancos que todavía servía para hacer transferencias a las plataformas de intercambio de criptomonedas. Esto lo encajan en una supuesta estrategia del gobierno de Biden para frenar la adopción de criptomonedas, que han llamado Operation Choke Point 2.0.

Lo cierto es que no hemos salido aún del atolladero y seguramente varios bancos y empresas sucumbirán. Los bancos centrales tienen la tendencia a que se les “pase la mano” en ambos extremos —cuando suben las tasas y cuando las bajan—, por lo que no debe extrañar que haya otros “daños colaterales”. Especialmente porque, hasta la fecha, siguen sin aceptar que ese es el origen de los problemas.

Como plasmó Ludwig von Mises en Acción Humana: “En la opinión del público, más inflación y más expansión crediticia son el único remedio contra los males que la inflación y la expansión crediticia han provocado”.

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