POR LA LIBERTAD

Un 2021 con optimismo moderado

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Comenzamos el año con un optimismo moderado. Optimismo porque hemos dejado atrás un año que considero que nadie o muy pocos esperaban que ocurriera en sus vidas. Un año que nos deja cicatrices duras, pero no imposibles de superar. Amigos y familiares que ya no están con nosotros, pérdida de ingresos importantes para el sustento de la familia, desempleo, destrucción de la economía y un mayor estatismo. Lo dejamos atrás esperanzados en que las cosas mejoren este año.

Y van a ser mejores. Primero porque ya la vacuna contra el covid-19 está aplicándose en todo el mundo. En la medida en que más gente se vacune, más pronto alcanzaremos esa inmunidad de rebaño. Esto permitirá que los contagios disminuyan. En segundo lugar, porque hemos aprendido que paralizar la economía como se hizo el año pasado no es la solución y considero que hay pocas probabilidades de que vuelva a ocurrir. La salud no es contraria a la economía de las personas, sino que van de la mano. Sin ingresos, las familias no pueden sobrevivir y se enferman de muchas otras cosas empezando por la depresión.
En tercer lugar, soy optimista en que este año lograremos recuperar nuestro tradicional crecimiento económico de alrededor del 3% anual. Es un crecimiento mediocre para un país pobre, pero es el que traemos por inercia. Y lo lograremos a pesar del gobierno que en vez de facilitar que las inversiones se lleven a cabo le pone miles de obstáculos, aunque digan lo contrario.

' La salud no es contraria a la economía de las personas, sino que van de la mano.

Ramón Parellada Cuadrado

Pero este optimismo es moderado porque todavía no estamos libres del peligro de esta enfermedad. En primer lugar, se espera una segunda ola que parece que ya se está formando. Los hospitales, públicos y privados, están casi llenos al igual que sus áreas para atención de covid-19. Esto no es nada bueno y nos obliga a mantener responsablemente nuestras medidas de precaución para no contagiarnos y no contagiar. No nos confiemos.
No quisiéramos llegar a un hospital y que no podamos ser atendidos. En segundo lugar, el presupuesto que está en vigencia es desfinanciado e implica más endeudamiento. Aunque esperaría una fuerte contención del gasto no lo veo venir con este gobierno que quiere gastar irresponsablemente todo lo que se le aprobó. En tercer lugar, estamos entrando en una nueva era de inflación. Aunque no tenemos las cifras finales considero que el año pasado terminamos alrededor del 6%. Según mis expectativas, este año no será muy diferente. Esto es una pérdida real del poder adquisitivo del quetzal. Y quienes más pierden son los asalariados y quienes tienen sus ahorros en quetzales porque cada día sus ingresos reales valdrán menos.

Si tuviera que hacer algo durante este año para reactivar la economía comenzaría por eliminar todos los aranceles y aduanas. Esto permitiría que los ingresos reales de todos los guatemaltecos se incrementaran al gozar de más bienes y servicios a menor precio. La escandalosa y permanente corrupción de las aduanas desaparecería. También desregularía de inmediato emitiendo una sola ley, la “ley del Ocaso” a modo que las leyes, regulaciones, reglamentos y cualquier legislación que tenga más de diez años deba ser revisada y aprobada nuevamente por el Congreso. Si no se hace, automáticamente dejará de tener vigencia. Y denunciaría el Convenio 169 de la OIT qué tanto daño ha hecho a los guatemaltecos más pobres y a los mismos indígenas que es a quienes pretende apoyar. Es una ley que los mantendrá en la pobreza extrema al ahuyentar cualquier inversión en el país.

Hay más cosas que cambiar, pero estas son a mi juicio tres que podrían permitir que el país creciera a tasas de dos dígitos en vez del tradicional 3% anual.

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