Sabía usted que en este momento están ocurriendo en el mundo al menos 59 guerras, según datos reportados por Armed conflict location & event data project (Acled), organización especializada en la recolección, análisis y mapeo de conflictos. La invasión rusa a Ucrania es solo la última de esta larga lista. Es importante mencionar que nuestro planeta ha estado infectado con docenas de conflictos abiertos desde varios años atrás, que continúan matando de hambre a millones de personas de las que nadie habla, incluso ningún medio internacional les da cobertura. Estos combates, tensiones e intereses opuestos generan consecuencias cada vez más graves, que producen, entre otros problemas, migraciones y el aumento de la disparidad económica y social.

Países envueltos en estas guerras que ni siquiera le parecerán conocidos, solo por mencionar algunos: Afganistán, México, América Central, Bielorrusia, Corea del Norte, Mozambique, Nigeria, Malí, Venezuela, conflicto Palestino-israelí, Siria, Burundi, Burkina Faso, Colombia, República Democrática del Congo, Etiopía, Irak, Líbano, Libia, Mynamar y Somalia. Según la ONU, los conflictos actuales se libran entre agentes no estatales como milicias políticas, grupos terroristas internacionales, narcotráfico y grupos delictivos. Las tensiones regionales sin resolver provocan el desmoronamiento del estado de Derecho y la ausencia de instituciones estatales o su usurpación.

En cualquier caso, quienes más sufren son los niños, y es que, aunque más de un millón de ellos huyen de las bombas rusas en Ucrania, se estima que 200 millones de infantes viven en las zonas donde tienen lugar estas guerras, muchos de los cuales ya enfrentan niveles de hambre y abusos sin precedentes.

Aunque, irónicamente, los acontecimientos recientes parecen mostrar una nueva tendencia a la guerra por parte de las llamadas superpotencias. En 2021 se dilapidó en armas y ejércitos la cifra récord de US$2.113 millones, lo que equivale al 2.2% de la riqueza mundial. Dato certificado por el Instituto de Estocolmo para Estudios de la Paz (Sipri). Esto a pesar de la crisis económica por la pandemia.

Una sociedad global impone lógicas diferentes a la “ley del más fuerte”. Hoy en día, cada vez más potencias poseen armas capaces de borrar a buena parte de la humanidad del planeta; por lo tanto, racionalmente, el interés de todos debería ser la paz. Los conflictos armados producen desigualdad y millones de personas desplazadas y refugiadas. Según datos de la ONU, existen en el mundo 70.8 millones de personas que están forzadas a desplazarse de su lugar de origen. Estos conflictos parecen insignificantes porque la mayoría de países involucrados son subdesarrollados y no tienen mayor relevancia a nivel económico o geoestratégico.

Pero cuando hablamos de Ucrania, la importancia de una guerra viene a cambiar todo en Europa, y en el mundo. Por su estratégica ubicación y por ser una nación sumamente rica. Después de la invasión rusa, los pueblos europeos de repente se encontraron impotentes, indefensos y amenazados frente al imperialismo de Vladímir Putin. Por primera vez desde la II Guerra Mundial, toda Europa se ha sumido en una situación amenazante de miedo existencial, incertidumbre y desconcierto.

La percepción hasta hace dos meses, cuando empezó la invasión a Ucrania, era que las guerras son un problema lejano o del pasado, a pesar de todos los conflictos bélicos existentes en diferentes partes del globo. Sin embargo, la realidad es que el mundo se encuentra en un gran riesgo de una III guerra mundial. No cabe duda de que la paz ha sido solo una utopía, que está muy lejana de nuestro mundo.