LIBERAL SIN NEO

Una relación ambivalente

Se fue William Popp, tras finalizar su período de tres años como embajador de EE. UU. en Guatemala. Un personaje menos abrasivo que Todd Robinson (2014-2107), que no perdía oportunidad de protagonizar en el acontecer político de Guatemala; más que consejos, presumía de dar instrucciones. Popp tuvo menos visibilidad que Luis Arreaga (2017-2020), chapín de origen, que mantenía semblante serio de zorro astuto que no tiene por qué telegrafiar sus maniobras.

La embajada publicó un mensaje de despedida de W. Popp, video de tres minutos y medio. Resalta cómo enfrentamos juntos la pandemia de covid 19, la donación de 8.5 millones de vacunas y US$33 millones en asistencia. Trabajamos juntos para enfrentar dos tormentas tropicales, brindando ayuda humanitaria a cientos de miles de personas. Nuestra colaboración [de la embajada] también logró importantes objetivos para la seguridad de Guatemala, como la instalación de siete puestos de control para prevenir el contrabando y la trata de personas, además de la colaboración que reforzó las capacidades de interdicción aérea y marítima de drogas. Al promover la gobernanza y la transparencia, hemos apoyado la lucha contra la corrupción, el respeto a la libertad de prensa, los derechos humanos y la protección de los valores fundamentales de nuestras democracias.

Tras estas palabras cosméticas incursiona en territorio mágico: “hemos creado prosperidad y estabilidad para los jóvenes, las mujeres, los pueblos indígenas y todos los guatemaltecos, abordando las causas profundas de la migración irregular”. Es probable que esta frase fantástica adorne los informes de labores que circulan de un escritorio a otro en el Departamento de Estado. “En los últimos tres años hemos expedido más de 27,500 visas de trabajo temporal que provee una vía legal para una migración segura, ordenada y regular”. No menciona que durante esos mismos tres años la migración irregular a EE. UU. se aceleró marcadamente y las causas profundas siguen hondas.

' La embajada tendrá intensa luna de miel con el nuevo gobierno.

Fritz Thomas

“Por último”, dice Popp, “ha sido un honor participar en la culminación e inauguración del nuevo campus de nuestra embajada, un proyecto que simboliza no solo la fuerte y duradera amistad entre nuestros pueblos, sino también lo que podemos lograr juntos”. El lenguaje florido que usa Popp en su mensaje es lo que podría esperarse; buenas noticias sobre una relación fraternal. Las maquinaciones tras bambalinas no figuran ni son del conocimiento público. La fuerte y duradera amistad entre los pueblos de Guatemala y EE. UU. es verdadera, no así la relación entre sus respectivos gobiernos y funcionarios. Más pareciera adversarial y casi hostil. El Departamento de Estado, a través de su embajada y otras organizaciones, es un actor protagónico en Guatemala, tiene preferencias y agenda política; consiente y apoya a quienes percibe como sus aliados, toma partido mientras simula ser un amigo neutral.

Los guatemaltecos tienen una actitud ambivalente hacia EE. UU.; coexisten sentimientos opuestos. Los números de migrantes hablan por sí solos. Por otra parte, se resiente la postura de superioridad moral, la insistencia de transmitir y fecundar valores y causas culturales que chocan con tradiciones chapinas. Menos sermón y más inversión. Habrá intensa luna de miel con el nuevo gobierno; su retórica es música para los oídos de la embajada.

La próxima misión de William Popp es la embajada en Uganda, donde se espera que también creará prosperidad y estabilidad para los jóvenes, mujeres y pueblos indígenas. El nuevo embajador en Guatemala será Patrick Ventrell, quien continuará con esta misión.

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