NOTA BENE
¿Una tercera narrativa?
Dos narrativas sobre los sucesos recientes dominan el debate nacional. A los que queremos ver triunfar la libertad, la verdad y la justicia, ambos cuentos nos dejan incógnitas.
La primera narrativa elabora el siguiente argumento: Los de la derecha corrupta y conservadora perdieron la elección y ahora preferirían que Bernardo Arévalo y Karin Herrera no accedan al poder, o que lleguen debilitados. Por eso promovieron la disolución del partido Semilla, inscrito con firmas falsas, y gritan fraude. Si logran vincular al binomio electo con ciertos actos ilegales, como la toma de las instalaciones de la Usac, podrían anular la elección e instalar a un gobierno interino previo a realizar otra contienda electoral. El mismo Arévalo difundió esta lectura de los sucesos cuando viajó a pedir apoyo internacional: señala al presidente Alejandro Giammattei y a la fiscal general, Consuelo Porras, de juntos orquestar un golpe de Estado. Exigieron la cabeza de Porras. Conciben la lucha por el poder en Guatemala como una batalla contra la corrupción y a favor de la institucionalidad del país. Una vez juramentado, Arévalo, retratado como moderado y honorable, instaurará una segunda primavera democrática y perseguirá a políticos y empresarios malvados.
' ¿Existe una tercera lectura de la realidad?
Carroll Rios de Rodríguez
Me identifico un poco más con la segunda narrativa, la cual teme que una izquierda dura y peligrosa usurpará el poder junto con Arévalo y Herrera. Esta narrativa resalta los lazos entre el Movimiento Semilla y varios exguerrilleros, así como el Grupo Puebla. Ve un patrón en el continente, que incluye el uso de sistemas de automatización para agregar votos y acarrea a partidos de ideología extrema a la cima. Esta segunda narrativa advierte de que Guatemala podría ser la próxima Venezuela, por cuanto muchos votaron por políticos que no soltarán el poder jamás. En cortos años, la izquierda empobrecerá al país mediante sus políticas públicas socialistas. Además destruirá todas las instituciones políticas republicanas y liberales, y violará el derecho a la propiedad privada y nuestras libertades. La fiscal general, quien estoicamente resiste la campaña de desprestigio montada en su contra, es considerada una valiente defensora de la institucionalidad del país.
Las dos narrativas nos infunden una sensación de crisis aguda. Sentimos que Guatemala está en el filo del despeñadero, camino al infierno, sin posibilidad de retorno. Diversos actores consideran inevitables las pérdidas económicas millonarias y el derramamiento de sangre con tal de evitar un fatal desenlace.
¿Podemos elaborar una tercera narrativa apegada a los hechos reales, que además redireccione a los guatemaltecos hacia un escenario más libre, estable y próspero? Enturbian la verdad, la desinformación, la jerga jurídica politizada, la intromisión partidista extranjera (monetaria y diplomática) y los insultos cruzados en las redes sociales. Los ciudadanos seguimos esperando evidencias contundentes, tanto del supuesto golpe de Estado como del chanchullo electoral. Confiamos en nuestros amigos que integraron las mesas receptoras de votos, y por eso no comprendemos exactamente cómo y cuándo se manipuló el proceso. Ya vimos que el Movimiento Semilla no representa el cambio, pues, como los demás políticos, pide aprobar un presupuesto abultado para gastar a manos llenas, y sacrificaron nuestro bienestar convocando a los bloqueos. Cada vez nos sentimos más víctimas de “la casta”, como llama el nuevo presidente argentino, Javier Milei, a los políticos, porque sus pleitos por el poder engendran enemistades entre vecinos, crean incertidumbre y destruyen los frutos del trabajo arduo de los guatemaltecos productivos.