ALEPH

Yo quería votar por X, pero la encuesta dice que no va a ganar

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¿Cuántas veces le hemos apostado al menos peor entre los candidatos punteros de una elección, aunque ninguno nos termine de convencer por sus múltiples tachas, en lugar de votar por la persona que elegiríamos si no hubiéramos visto una encuesta? ¿Hasta dónde son confiables y determinantes estas encuestas? ¿O ya no funcionan, en general, como antes? Las encuestas son herramientas que miden el clima electoral e influyen en la manera en que votamos, pero esto ha comenzado a cambiar.

' La decisión de por quién votar no la define una encuesta o una identidad grupal, sino los principios, la información sobre la historia reciente de Guatemala y los sueños de país que se tienen.

Carolina Escobar Sarti

Al darnos cuenta de que sus pronósticos ya no resultan tan ciertos (recordemos las encuestas antes de las elecciones Clinton vs. Trump, que le daban a la primera la victoria), nos obligan a preguntarnos por qué esto sucede y si es que las empresas que hacen las encuestas no las hacen con la debida rigurosidad, si la muestra no es suficiente o precisa, si venden las encuestas a grupos de poder o si también estamos cambiando nuestra manera de votar porque, como ciudadanía, hemos dejado de creer en las instituciones, sus representantes y partidos políticos. Aun en el marco de regímenes aparentemente democráticos como el nuestro, donde se cree que votar es LA democracia y no solo un mecanismo de esta, el voto se ha vuelto mucho más inestable, volátil, incierto y cambiante, también porque las ideologías ya no tienen el peso que tenían en el siglo pasado.

Además, el voto fiel ya no siempre existe en un mercado electoral como el guatemalteco, donde casi todos los que juegan a la política se compran y se venden. Es un voto no fidelizado y sí interesado. La ciudadanía ya no se conecta ni se identifica como antes con los partidos políticos que, además, son demasiados en Guatemala. Ya no se confía en la clase política desde hace bastante tiempo y la era de la información ha contribuido a generar una sociedad más compleja, que pide otro tipo de ofertas electorales y que pone a los políticos a hacer gobierno en las redes. ¿Por qué, si no, un aparente outsider se hizo famoso en Guatemala diciendo cualquier cosa por Tik Tok y luego ocupó los primeros lugares en las encuestas para la presidencia? ¿Cómo puede un político hacer buen gobierno si se mantiene justificándose, explicándose o defendiéndose en Twitter?

Sergio, un joven amigo, me comentaba al respecto lo siguiente: “Sería muy interesante realizar un ejercicio desde sociedad civil, un ejercicio independiente, donde varias organizaciones estén involucradas, con roles bien definidos y puedan hacer una encuesta a nivel nacional, por regiones, por ejemplo, donde se establezca de manera transparente y en consenso una metodología adecuada para el levantamiento de datos y se recolecten los datos de acuerdo a esta metodología, con un público objetivo diverso y amplio, y luego en el ejercicio de sistematización se compartan las bases de datos y los resultados puedan ser comprobados por pares para que sea realmente un proceso científico social de conformación de una encuesta que arroje datos más válidos y verídicos a la población”.

No hay evidencia científica sobre la incidencia de las encuestas en los votos, pero se escuchan, en cada elección, muchos “yo no voy a votar por el que me gusta porque no va a quedar, según tal o cual encuesta”. La decisión de por quién votar no la define una encuesta o una identidad grupal, sino los principios, la información sobre la historia reciente de Guatemala y los sueños de país que se tienen. Hay que votar por quien no tiene tachas, por quien no es asesino, por quien no es hipócrita, por quien no es ladrón. Si más de nosotros votáramos por gente así, aunque digan que no va ganar, a lo mejor un día gana la democracia.

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