MIRADOR
Cómico, pero de terror
El presidente Morales y quienes lo manipulan volvieron a sorprender con su infame actuar. En comparecencia pública, propia de dictaduras bananeras de siglos pasados, rodeado de decenas de militares y policías de alto rango, anunció algo sabido: la Cicig acabaría en el 2019. Ese no fue, sin embargo, el contenido esencial del mensaje principal que se centró en la advertencia de un posible actuar venidero en relación con decisiones judiciales: “instituciones y funcionarios no están obligados a acatar órdenes ilegales”. En línea con esa moraleja presidencial habría que preguntar a los militares presentes en el politizado evento si no transgredieron la Constitución en aquello de no ser deliberantes y deberían haberle desobedecido. Además de ello hay que añadir el patrullaje de vehículos militares alrededor de la sede de Cicig en un acto de intimidación y muestra de poder que causó asombro en el mundo y sorprendió a la ciudadanía nacional. El presidente se empeña normalmente en aquello que hace muy mal, pero el viernes se esmeró en jeringarla.
Ese amago de golpe de Estado, autogolpe o golpe a medias, como se le quiera llamar —literatura sobra para los incrédulos— no persigue esencialmente “sacar a la Cicig” —ya previsto—, sino desobedecer acciones judiciales que se vienen y que por cualquier medio —ilegal incluido— algunos intentan detener ¡Ahí está el golpe!, cuyo detonante del desequilibrado actuar fue la detención del general Padilla, hermano de un viceministro y de un diputado del círculo cercano al presidente, y protegido por el alto mando del Ejército. Si accede a informes de organismos de inteligencia extranjeros comprobará que la preocupación de EE. UU. es el narcoestado, es decir: la narcoactividad y el crimen organizado asociados a un red de militares —retirados y en actividad— que ocupan cargos de responsabilidad. No es el Ejército, institución respetable y con valores —a la que están utilizando y denigrando—, sino una cúpula que desde la sombra, Zavala o puestos claves en la institución pretende seguir empoderada y negocia con mafias ¡Esa es la auténtica razón de todo este embrollo!
Dicen que el presidente está mal asesorado ¡Para nada!, tiene los mejores asesores posibles, el problema es que no pretenden defender el estado de Derecho, sino una situación de permanente desorden controlada por grupos de facinerosos que han puesto el Estado al servicio del crimen organizado con enorme rentabilidad personal. Si duda, haga un recuento de diputados en busca y captura y del perfil de altos oficiales que han sido detenidos o asociados con delitos de corrupción, narcoactividad o crimen organizado, maras incluidas. Aterrorizar a la ciudadanía para generar dinámicas perversas de control es un objetivo en la teoría del caos, y por ello apuestan. Se vienen desesperadas batallas lideradas por bandidos que pretenden zafarse de la acción de la justicia y establecen una rosca alrededor del presidente o alientan desde afuera para que tome decisiones absolutamente fuera de control, quizá porque tiene más que perder si no lo hace, y esa fue la advertencia.
En Venezuela, por el 2000, nadie pensaba que años después unos narcomilitares sostendrían a un presidente pelele y destruirían uno de los países más ricos de América Latina ni que otro grupo de militares y policías sandinistas sustentarían a un asesino violador en Nicaragua. No es un tema de ideologías, sino de autoritarismos asentados en el crimen organizado ¿No lo ve así?, entonces siga con sus discursos sobre la soberanía, el extranjerismo o las pajas que quiera incorporar a la arenga y veremos en unos años. No se trata de la Cicig, no sea ingenuo, sino de la toma del país por delincuentes mafiosos.