LA ERA DEL FAUNO
Cómo leer una historieta mal contada
Esta semana, la policía hizo importantes capturas a extorsionistas y sicarios del Barrio 18. Filmó uno de sus operativos y lo subió a las redes. Se ve cuando un pelotón toma por asalto una casa para atrapar a Liro Men, jefe de la banda Crazy Rich —es como decir Hombre Pequeño, jefe de la Rico Loco—. La acción inicia cuando un policía abre de golpe una puerta de metal. Dicho sea de paso, la cerradura cede como si fuese madera podrida. Cuatro agentes armados con un escudo, fusiles, chalecos antibalas, cascos, gorros pasamontaña y otras armas atadas a sus muslos ingresan gritando “¡Policía!”. Se abren paso por una habitación hasta el patio y sorprenden a Liro Men tratando de huir por una escalera. Le gritan: “¡Policía! ¡Alto! ¡Al suelo! ¡Las manos atrás!”. Liro Men se somete, baja de la escalera, se tira al suelo; un policía le ata las manos, en tanto que otros dos le apuntan con sus fusiles al cuerpo y a la cabeza. Enseguida, levantan a Hombrecito —o Liro Men, o Little Man— y lo alinean junto a ellos para la foto de rigor.
Luego, apareció un segundo video, sin edición, también subido —por error o de mala fe, como veremos— por la policía, en el cual se evidencia que hubo dramatización, es decir, basados en un hecho real los policías pidieron u obligaron a Liro Men a interpretar un guion en el cual ellos hacen un rol estelar y atrapan al antagonista de alta peligrosidad. Tras nuestra carcajada, es tentador creer que el video es solo una exageración de heroísmo, sin embargo, también puede ser una autoinmolación con fines mañosos. Ya de todo sucede en ese país, por eso, se vale pensar lo peor. Pero antes de compartir esa hipótesis, veamos cómo de tal ridiculez se desprenden, por lo menos, los siguientes aspectos:
Primero, es un insulto a los policías que han muerto o han sido heridos en enfrentamientos. Hay irrespeto hacia sus vidas. Al mismo tiempo, ha de ser desestimulante para los policías que intentan hacer un trabajo correcto en una institución desprestigiada. Segundo, al pedir al pandillero que actúe con ellos, le transmiten a él y a todas las pandillas que el deber policial es una farsa. Tercero, se comprueba que la policía modifica los escenarios del crimen, por lo tanto, podría alterar las cifras de lo incautado en droga, dinero y armas. Cuarto, provoca dudas sobre sus categorizaciones, pues cada vez capturan al más peligroso entre los más peligrosos, al más sanguinario de todos, al mero jefe.
Ahora, voy al punto de mayor desconfianza: al difundir esas acciones, gente como Filipao, Baldizón u otros que piden asilo político podrían mostrar que en este país se mediatizan las capturas. Si se hiciera un encargo de tal naturaleza, tendría sentido leer el subtexto del guion, o llámele como prefiera al hecho de que Liro Men no parece lo que se anuncia. El extorsionista Hombrecito —o Liro Men— es dominado por tres a los que no les llega ni a los hombros, y está desarmado. Nada de lo que suceda en este país puede ya extrañarnos, nada, ni si Liro Men demanda al Estado por un mal procedimiento.
Inflar una figura y someterla, no siempre ha de servir para inventar superhéroes, también puede servir para explicar que las instituciones engañan en las capturas.
Finalmente, periodistas que conozco coinciden en que el director de la PNC, Nery Ramos, es una persona que cumple con su deber y con ese video le pusieron una cáscara porque ha sido aliado —como es su obligación— del MP y la Cicig. Si ya se sacudieron a Rivas, toca la Dirección. Se trata de este gobierno: piensa lo peor y acertarás. (“Cabal”, como dijo Liro Men).
@juanlemus9