CONCIENCIAAprendiendo de España
Estamos en una situación difícil. A pesar de contar con más de una década de elecciones libres y haber firmado la paz, la mayoría de los guatemaltecos sentimos que no logramos salir adelante. Sin embargo, hay países que pasaron por situaciones similares y salieron de su estancamiento. Uno de ellos es España.
Antes de estallar la segunda guerra mundial, España acababa de salir de una guerra civil que terminó en una dictadura de casi 40 años. Era uno de los países de Europa con mayor pobreza, con una sociedad agraria y una industria incipiente.
Sin embargo, a partir de los 50 España inició un proceso de apertura económica. Se puso fin al modelo de sustitución de importaciones y poco a poco se fue integrando a los mercados mundiales. El país tuvo un cambio importante en su economía. Se lograron grandes inversiones de capitales locales y extranjeros, muchos trabajadores agrícolas emigraron a las grandes ciudades y, como consecuencia, se obtuvo un crecimiento económico del 7% anual, de forma sostenida, en la década de los 60.
La apertura comercial dio oportunidad a que los españoles conocieran sistemas políticos y sociales de otros países. Sin embargo, la transición del autoritarismo a la democracia no fue fácil. Víctor Pérez Díaz, sociólogo español, comenta en uno de sus libros que durante largo tiempo no fue posible realizar los cambios institucionales que se requerían.
Persistía la división entre vencedores y vencidos, y con ello, en cierto modo, la guerra misma. Poco a poco los dos bandos fueron adoptando una actitud de moderación. Hubo de pasar aproximadamente una década, durante la cual se llevaron a cabo debates, se concertaron negociaciones y se adquirieron compromisos, convirtiendo la conciliación en una tarea cotidiana.
Después de la muerte de Franco, en 1975, el Rey nombró a Adolfo Suárez primer ministro, quien fue apoyado por la población en un referéndum de 1976 y ratificado en 1977. Sin embargo, surgieron problemas económicos. La inflación creció a una tasa del 26% y aumentó el desempleo.
En 1977, el gobierno, los sindicatos, los empresarios y los partidos políticos firmaron un acuerdo en torno a una política anti-inflacionaria, cuyas directrices quedaron plasmadas en los pactos de La Moncloa.
En 1978 se redactó una nueva Constitución, en la cual participaron diferentes partidos políticos, con distintas ideologías. Los grupos políticos y socioeconómicos también se pusieron de acuerdo en alcanzar una meta: lograr que España fuera miembro de la Unión Europea.
A partir de 1982 la dirigencia estuvo en manos del Partido Socialista, con Felipe González a la cabeza. A pesar de los señalamientos de corrupción y de una tasa de desempleo superior al 20%, la democracia se fortaleció. La sociedad civil, la prensa y el Organismo Judicial fueron fundamentales para mejorar la transparencia.
Además, se formó una tecnocracia muy eficiente, que le dio continuidad a los compromisos adquiridos. En 1996 fue electo primer ministro José María Aznar, del Partido Popular. Hoy España cuenta con un tipo de sociedad que no sólo premia la libertad económica, sino también la política, social y cultural, convirtiéndose en uno de los 25 países más desarrollados del mundo. Un español me decía: democratizar un país toma tiempo, requiere paciencia y madurez de sus dirigentes. No ha sido fácil, pero vale la pena.