CONCIENCIALula al poder
Brasil representa una de las economías más importantes de Latinoamérica y el Caribe. En 1999 generaba un 40% de la riqueza de la región y producía más que el Canadá. Un 21% de la población del continente es brasileña. El país tiene una superficie cinco veces más grande que México. Hay estados en Brasil que son más grandes que Guatemala, tanto en economía como en población y superficie.
Después de participar cuatro veces como candidato a la presidencia, el domingo pasado los brasileños eligieron como futuro presidente a Luiz Inácio Lula da Silva, del Partido de Trabajadores. Sus propósitos primordiales son combatir el desempleo, el hambre y las desigualdades. Su promesa básica es la creación de empleo. Desea realizar grandes inversiones en la construcción de viviendas e infraestructura, actividades que generarán mano de obra intensiva.
También habla de una reforma agraria pacífica y negociada, que dará tierra a centenares de miles de familias. Se ha comprometido a aumentar entre el 30 y 40% la producción de alimentos, activando la capacidad ociosa e instalada en la industria alimentaria. Además, prometió duplicar el salario mínimo en sus cuatro años de gobierno.
La pregunta que muchos se hacen es si Lula va a respetar el sistema económico puesto en marcha por Fernando Henrique Cardoso, un socialdemócrata que lleva ocho años en el poder. Lo que preocupa a muchas personas es la falta de experiencia de Lula en la administración pública y su dudosa ubicación ideológica.
Por ejemplo, El País lo describe como un ex obrero metalúrgico, que lleva la huella de un pasado de pobreza, pasó de la izquierda radical marxista a un discurso de paz y amor, y estableció alianzas con tendencias políticas desde la derecha hasta la izquierda. Sin embargo, algunos expertos han comentado que durante esta campaña su discurso fue moderado.
La clave estará en las acciones que ponga en marcha para cumplir sus promesas. El desempleo, la pobreza y la desigualdad son grandes problemas estructurales que difícilmente podrán solucionarse en cuatro años. Aquí se pueden perfilar al menos tres posibilidades.
La primera es un Lula moderado. El gobierno respeta el sistema económico actual, con muy pocos cambios. Se aumenta el gasto público y se inician algunos proyectos de inversión, centrados en la generación de empleos. Persistirá un alto endeudamiento y no se acabará de modernizar la economía.
Por lo tanto, el crecimiento económico será bajo. La segunda consiste en un Lula estadista. Esto significaría que el gobierno reduce el déficit en cuenta corriente y mejora el gasto social, centrado en los más pobres. Se pone freno al endeudamiento y se llevan a cabo privatizaciones y desregulaciones aún pendientes.
Posiblemente esto daría mayor confianza a los agentes económicos, lo que generaría inversión y generación de empleo. El crecimiento económico mejoraría. La tercera sería un Lula populista. Ante esto podríamos esperar problemas serios, no sólo para Brasil, sino para toda Latinoamérica.
Acciones como el irrespeto a la propiedad, reforma agraria, más impuestos a la renta, intervención de precios, aumentos salariales, gastos desmedidos y ruptura de compromisos con los organismos financieros, serían parte del escenario. Esto produciría inestabilidad económica, inflación y posiblemente un crecimiento negativo de la economía.
¿Qué probabilidad tiene cada escenario de estos? Algo positivo para que no se dé el escenario populista es que su partido no cuenta con mayoría ni en el Congreso, ni en el Senado. Un equipo técnico y profesional favorecería a un Lula moderado. Esperamos que Lula tenga la inteligencia y la madurez para actuar con prudencia.