TIERRA NUESTRA
Corrupción política: todos somos responsables
Si el siglo XX fue identificado como la plataforma de los derechos humanos en todo el mundo, el siglo XXI debería ser considerado como el espacio temporal para las obligaciones humanas. Hay derechos inalienables fundamentales: el derecho a la vida, el derecho a la libertad, el derecho a la organización social y el derecho a la propiedad. Pero curiosamente poco se considera que alcanzar y consolidar esos derechos, implica ganarlos a partir de cumplir con una serie de obligaciones. El ser humano generalmente prefiere exigir derechos y evadir responsabilidades. Haré énfasis en lo referente a nuestros derechos y obligaciones políticas. De 1986 a la fecha, lejos que la denominada transición política nos transportarse a un estado democrático, lo que ocurrió fue la espectacular consolidación de una partidocracia corrupta que asaltó sin piedad el poder público para enriquecer a financistas y financiados, se degradaron las instituciones estatales y el ciudadano quedó burlado. Pero realmente en todo ello: ¿No tenemos una alta cuota de responsabilidad todos los ciudadanos que sin ser corruptos no participamos en política, dejando el espacio libre para que criminales disfrazados de políticos asaltaran el poder? Porque un pueblo que durante 30 años acepta la vigencia de gobiernos corruptos —electos mediante rituales perversos y periódicos— no es precisamente un pueblo víctima, realmente es un pueblo cómplice. En todo este tiempo hemos enarbolado siempre nuestros derechos políticos, pero hemos simultáneamente evadido nuestras responsabilidades políticas.
Debo reproducir las palabras de Bertolt Brecht por su vinculación a lo planteado: “El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio de las alubias, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es una persona torpe que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el niño abandonado y el peor de todos los bandidos, que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de sus financistas que lo perfilan como el peor servil”. Por lo anterior creo que es el momento justo e impostergable para que todos los guatemaltecos reconozcamos que por acción u omisión, cargamos con una alta cuota de responsabilidad respecto a lo que sucede hoy en Guatemala. Si nos hubiésemos organizado mejor, si hubiésemos participado más activamente en la política, si hubiésemos fiscalizado más estrictamente a los políticos, la corrupción, la crisis generalizada en los servicios sociales, el colapso de nuestra infraestructura y la alucinante espiral de la corrupción, jamás hubiesen llegado al extremo que llegaron.
Pero el colapso definitivo del actual sistema político guatemalteco tiene su parte positiva. Hoy todos los guatemaltecos estamos de acuerdo respecto a que ese sistema se degradó y que no da para más. Hemos hecho consciencia respecto a que la política sí importa y que incide en nuestras vidas. Hemos llegado a la conclusión que sólo organizándonos y participando podremos dar paso a un nuevo modelo, democrático y funcional. Nuestro derecho a una Guatemala mejor, implica nuestra obligación de participar políticamente, comprometida y responsablemente. Exigir derechos sin cumplir con nuestras obligaciones, ha sido el peor de nuestros errores. Una nueva política exige un nuevo ciudadano. Asumir nuestros errores y aceptar nuestras responsabilidades, será el inicio del verdadero cambio nacional.
manuelvillacorta@yahoo.com