DE MIS NOTAS
De laberintos y enredos
Cavilando sobre las últimas tragedias de la semana pasada, la matanza del Hospital Roosevelt cala hondo porque aun cuando tapemos el hoyo negro de las carencias con todas las justificaciones de nuestras falencias sistémicas y estructurales, las muertes pudieron evitarse si se hubiesen seguido protocolos elementales de seguridad y el uso del más “poco común de los sentidos” donde el desbarajuste estatal parece haberse confabulado para atraer hacia si todos los pecados y errores de las administraciones pasadas. Estamos pagando la factura porque nosotros mismos creamos al monstruo que hoy nos devora.
Las redes retratan una percepción que alienta la crítica simplista y la demanda de resultados instantáneos, pero esto es más que una orquesta sin director o un bus sin chofer. Todos debemos montarnos a bordo del cambio. El país está en aprietos y requiere la administración de una crisis que no se concreta porque los entes políticos y las bancadas del Congreso no logran articular consensos, sea por presiones externas, por “colas machucadas”, o por movimientos de pequeños poderes fácticos emergentes que han cooptado los vacíos institucionales para seguir expoliando al Estado. Pero al final somos nosotros los que debemos presionar los cambios desde los entornos individuales.
Aunado a esto hay una fracturación de los poderes tradicionales que les impide establecer una agenda o posición común, en momentos en que el país demanda una cabeza visible en la figura del presidente de la República para liderar las acciones prioritarias que la coyuntura requiere, pero se encuentra en una posición restringida y debilitada, con su hijo y un hermano en la cárcel por delitos que, según el análisis de respetables juristas es una violación del debido proceso. El subtexto no es sano…
El manejo comunicacional no es estratégico, sino disperso. Podría capitalizar la coyuntura de ciertos temas como el colapso de infraestructura y el Sistema Penitenciario poniéndose al lado del pueblo para presionar el apoyo político que necesita.
La caravana contra la corrupción en la que nos subimos como manifestantes desde mayo apoteósico 2015 está dando señales de fatiga y frustración. No se ve luz al final del túnel y la percepción es de una administración deficiente y acéfala.
Además del colapso del sistema penitenciario, hay una creciente presa de expedientes de detenidos por diversos delitos que llevan años sin ser juzgados. El desarrollo de los juicios está colapsando al sistema judicial. El proceso judicial es absurdo: Etapa de Preparación, etapa intermedia, etapa de juicio —que no se escapa de medios de impugnación y recursos—, sigue apelación, queja, apelación especial, recurso de casación, recurso de revisión. Ver //es.scribd.com/doc/101983942/Esquemas- Proceso-Penal.
El proceso puede durar años y sobrepasar la pena por el delito imputado, como el caso del coronel Chiroy. Hay jueces que dictaminan prisión preventiva a acusados enviándolos a cárceles junto a reos de alta peligrosidad cumpliendo penas de 800 años ¿?. Es altamente irregular poner en peligro la vida de ciudadanos que gozan de presunción de inocencia junto a semejantes criminales. ¿Cómo interpretar esto?
Ei incumbit probatio qui dicit, non qui negat, “La prueba incumbe a aquel que afirma, no al que la niega”. El principio de la presunción de inocencia se está violando de una manera flagrante. Este derecho constitucional, como el de la libre expresión, debemos defenderlos con denuedo y valentía, habida cuenta que todos estamos expuestos a las imperfecciones y arbitrariedades del sistema.
Pero las toxinas del desorden judicial se extienden también a la economía enviando pésimas señales a la inversión: Continúa en impasse Oxec I y II y la Mina San Rafael sigue cerrada. Ya hay repercusiones por el TLC.
Estamos enredados…