De la ficción a la cruda realidad
El relato se resume a las peripecias de jóvenes que buscan sobrevivir en una sociedad empobrecida y hambrienta, en algún lugar de Norteamérica y en una era posapocalíptica.
En el escenario nacional, la realidad supera a la ficción, pues en muchas aldeas del país se vive un drama cotidiano por la supervivencia, solo que aquí no son jóvenes los que libran guerras para poder sobrevivir, son seres de carne y hueso, niños cuyas vidas literalmente penden de un hilo por las condiciones de precariedad en que viven, como se acaba de descubrir una vez más en un poblado de Santa Rosa, donde fue ubicada una familia de escasos recursos, con hijos que muestran los graves síntomas de la desnutrición.
Son escenas lacerantes, dolorosas imágenes de guatemaltecos que son el retrato crudo de la marginalidad y que junto a muchos otros están en riesgo de sucumbir a esa penosa realidad, difícil de superar, pese al esfuerzo de los padres. En contraste, y lejos de recibir un mínimo de ayuda por parte de las autoridades, lo que les llega son prácticamente reproches, como virtualmente lo hizo la vicepresidenta el miércoles último, cuando en otra de sus pintorescas frases dijo que no tenía una bola de cristal para detectar casos de desnutrición.
Hambre Cero ha sido uno de los programas insignia del actual gobierno, y de hecho ha sido promocionado lo suficiente para dar la sensación de que se hacen los esfuerzos necesarios para reducir las estadísticas de desnutrición, que causa estragos en el Corredor Seco. Incluso ha recibido el reconocimiento de otras instituciones por ese afán, pero obviamente no ha bastado con ello, porque también es cierto que el drama del hambre en nuestro país es uno de los más acuciantes, pero tampoco recibe la debida atención por parte de las autoridades.
Por eso es que desentonan las palabras de la vicemandataria, porque resulta inconcebible que el Gobierno no tenga registrados o documentados esos casos, que es lo que permitiría conocer la dimensión de la problemática. También es importante ese registro porque es lo que lleva a implementar estrategias para contrarrestar el problema o poder documentar ante organismos internacionales la gravedad de la situación, a fin de solicitar la asistencia debida, ya que es sabido que Guatemala está entre las naciones más vulnerables a las variaciones climáticas.
Situaciones tan dramáticas como las que afrontan los habitantes del Corredor Seco se vuelven más incomprensibles cuando constantemente se sabe de gastos innecesarios en que incurren las autoridades o, peor aún y más repudiable, con frecuentes adquisiciones de artilugios que solo buscan la rentabilidad política.
En el fondo también se evidencia otra falencia del Estado, y es la falta de educación, pues resulta difícil comprender cómo pueden vivir familias de tantos integrantes en tan lamentables condiciones.