ENCRUCIJADA

Debate y populismo

Juan Alberto Fuentes Knight

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A los pocos minutos del debate entre Donald Trump y Hillary Clinton el peso mexicano y el dólar canadiense comenzaron a apreciarse, mientras el yen japonés caía. El yen, posible depósito de salvación ante una crisis mundial, ya no resultaba tan atractivo puesto que la victoria de Trump y el descalabro económico mundial dejaban de ser inminentes. El peso mexicano y el dólar canadiense, golpeados por una posible denuncia del tratado de libre comercio de América del Norte (el NAFTA) y por lo que podría ser el inicio de una era de confrontación en el ámbito económico, recuperaban algo del valor perdido cuando Hillary Clinton comenzó a vislumbrarse como la gran ganadora del debate presidencial de hace unos días.

El tema de fondo es el temor que suscita el populismo de Trump. Es un populismo surgido de la quiebra del pensamiento republicano. Durante mucho tiempo prevaleció una veta conservadora en el Partido Republicano, pero a partir de Ronald Reagan en la década de 1980 adquirió más importancia la doctrina neoliberal: la libertad del mercado se concibió como la forma óptima de organización social y económica de la sociedad, por encima de instituciones como el Estado, la comunidad o la familia. Y el problema es que en los últimos años, y en vez de moderarse, esta línea de pensamiento se radicalizó y adoptó tonos libertarios extremos. Lo reflejaron el surgimiento del Tea Party y de los precandidatos Ted Cruz y Marco Rubio, a veces con ideas cercanas al anarquismo, que por cierto comparte la frágil pero vociferante secta de libertarios guatemaltecos.

Pero esta línea que por un momento pareció dominante dentro de la maquinaria del Partido Republicano no tuvo la capacidad de convencer al conjunto de republicanos norteamericanos. Resultó más atractivo el populismo de Trump. Y ahora tenemos un posible presidente norteamericano que combatiría las ideas en que creían los republicanos de antaño, e incluso algunos neoliberales o libertarios, como favorecer el libre comercio y contar con una economía más abierta que le permite a la economía norteamericana crecer, tener un sistema político mundial normado por reglas multilaterales que favorezcan la paz, o enfrentar algunos de los desafíos que plantea el cambio climático. Trump amenaza con no respetar las reglas multilaterales, con dar lugar a auténticas guerras comerciales y con repatriaciones masivas de migrantes. Analistas serios hablan de la posibilidad de una tercera guerra mundial.

Pero quizás lo más peligroso es que si es elegido la democracia podría ser amenazada al ya no ser considerada como el mejor sistema político para asegurar la paz y la prosperidad nacional y mundial. Además, los mecanismos institucionales para restringir el poder de Trump en los Estados Unidos podrían debilitarse: durante la década de 1950 el anticomunismo del senador McCarthy puso en jaque al sistema judicial norteamericano, y la posibilidad de que un presidente populista logre generar apoyos mayoritarios en el Congreso norteamericano no es descartable.

Los mercados financieros son inestables. Por ello deben ser cuidadosamente regulados. Pero resulta interesante que el peso mexicano y el dólar canadiense ya no se depreciaron cuando se vislumbró como probable una victoria de Hillary Clinton, firmemente establecida dentro de la corriente mayoritaria demócrata. Los mercados cambiarios reflejaban instintos básicos de sobrevivencia de todo un sistema económico y político que actualmente se ve amenazado. Todavía faltan dos debates. Habrá que ver cómo reaccionan los mercados.

fuentesknight@yahoo.com

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