ALEPH

Democracia: el engaño consensuado

|

Un joven de 15 años me dijo, luego de las elecciones 2016 en EE. UU., una sencilla frase: “parece que es el tiempo de los presidentes idiotas”. Yo alcancé a responder que, entonces, también era el tiempo de los votantes idiotas, porque —en teoría— ninguna democracia representativa funciona de otra manera. Sin quererlo, estábamos hablando del modelo de democracia representativa que se agota en el mundo actual. Ese modelo decadente, que permite a un candidato ganar el voto popular, pero perder las elecciones. Esa mentira consensuada que le llama democracia a un anhelo.

Las últimas elecciones en EE. UU. cambiarán profundamente la historia, y no es el cambio lo que molesta, sino la dirección que éste toma en contra de la paz que buscamos. En este sentido, ninguno de los dos candidatos era idóneo (nadie lo es y menos para el momento histórico que vivimos como humanidad), pero Hillary representaba —quizás por conocida— unos grados más de estabilidad para el mundo. Hay hechos que ya marcan una tendencia: mientras Trump crecía en votos, el peso mexicano se hundía, las bolsas de valores caían y los valores refugio (como el oro), crecían. Al conocerse los resultados, Putin, el presidente ruso, envió una felicitación a Trump, y dijo confiar en que las “relaciones ruso-estadounidenses puedan salir de la crisis”. Cuba inició, al día siguiente de las elecciones, ejercicios militares; la ultraderechista francesa Marine Le Pen felicitó al “pueblo americano libre”; representantes del partido inglés UKIP, reconocidos eurófobos, se ofrecieron para ser aliados incondicionales de Trump; la extrema derecha de países como Holanda, Italia y Alemania consideraron el triunfo de Trump como una “revolución”, y en el caso de la derecha radical alemana (AfD), incluso dijeron que era “una señal de aviso a todo el establishment”.

En medio de este aire enrarecido y de las múltiples tensiones que se instauran, queda claro que: 1.) Las encuestas fallan porque retratan realidades momentáneas. O al menos así parece luego de los resultados de las recientes elecciones en Estados Unidos, del NO a la paz en Colombia, y del Brexit en el Reino Unido. 2.) La mayor potencia militar del mundo será gobernada durante los siguientes cuatro años (al menos), por un presidente que, desde su campaña electoral, fomentó el odio, el racismo, la xenofobia y la violencia. 3.) Según las estadísticas post electorales de aquel país, quienes eligieron a Trump fueron, principalmente, hombres y mujeres mayores de 45 años, blancos, conservadores, con poca educación, seguidos de los latinos. 4.) El impacto de la tecnología y los medios masivos de comunicación, que tocan el cerebro reptileano de las personas, están cambiando la política. Aunque la mayoría de medios apoyaron a Clinton, el discurso de Trump aludió al puritanismo estadounidense y sus símbolos fundamentales. Con ello, y su circense presencia, le dio de comer a las audiencias acostumbradas al espectáculo.

La gente no cree en la política pero sigue creyendo en los milagros, por eso inventa democracias falseadas y vota. ¿O puede llamarse democracia a un sistema en el que los presidentes no son electos por el pueblo sino por las alianzas establecidas entre las grandes corporaciones mediáticas, la industria armamentista, y otros sectores de poder económico y político?

“Si pudiera” dijo el escritor Richard Ford, al recibir el premio Princesa de Asturias de las Letras 2016, “rescataría lo que entendemos por política y restauraría el valor de esta palabra: me cercioraría de que evocara la necesidad de una respuesta imaginativa que nos hiciera recuperar la capacidad de vivir juntos —tal como puede suceder en la literatura—, y de que la política no acabara siendo, como en Estados Unidos, sinónimo de egoísmo y cinismo y engaño y despropósito. Sinónimo de infortunio”…

ESCRITO POR: