EDITORIAL

Diputados deben cesar hostigamiento

El Congreso parece empecinado en entorpecer las labores de la mayoría de los funcionarios que integran el Ejecutivo. Solo así se puede comprender que hayan llegado a niveles incomprensibles de citación de funcionarios como ocurre en la actual legislatura, que ya ha rebasado los mil 400 requerimientos a ministros y secretarios de Estado.

Solo el ministro de Finanzas, Julio Héctor Estrada, que además es uno de los más llamados, ha sido conminado a presentarse en más de una bancada en 105 ocasiones y sus viceministros también acumulan 21 requerimientos.

Dos lecturas se pueden desprender de esa incomprensible cifra de invitaciones a un solo funcionario. O los diputados están muy interesados en comprender lo que ocurre con las finanzas públicas o entienden muy poco y han convertido al funcionario en una especie de mentor para que les explique cómo fluyen los recursos.

Lo más seguro es que quizá no sea ninguna de esas dos razones y que pueda existir una mezcla de los dos temas que, combinada con sus auténticos intereses, explique la insistencia de algunos diputados.

Sobre todo porque es esa cartera la que, junto a la Presidencia, tiene la última palabra en el reparto dinerario y los diputados, de lo que sí pueden presumir, es de ser buenos gestores para la consecución de recursos, muchos de los cuales deben dirigirse a cientos de municipios y regiones en los que la obra pública es el verdadero interés detrás de cada citación.

Lo mismo ocurre con el responsable del Ministerio de Comunicaciones, que se constituye en el segundo funcionario de relevancia en manejo de recursos en ser citado, por lo que se explica que hasta ahora acumule 81 citaciones al Congreso, mientras que sus viceministros ya han asistido en 56 ocasiones a más de una sala legislativa.

Para bochorno del Congreso y de quienes gestionan esas citaciones, en ese ministerio es donde se manejan millonarios contratos para infraestructura pública, uno de los temas que desde hace años les quita el sueño a muchos diputados, algunos de los cuales llegan al descaro de tener claros intereses en empresas que trabajan para el Estado.

Esa supuesta fiscalización que hacen algunos legisladores está muy alejada de la realidad, pues queda claro que sus intereses son mucho más mezquinos que lo que pretenden hacerle creer a la población.

Tampoco es ninguna casualidad que el tercer ministerio en recibir más citaciones sea el de Salud, porque es otra cartera en la que se administran millones de recursos para la compra de medicamentos y servicios y donde también hay más posibilidad de darle sentido al clientelismo.

El exministro Alfonso Cabrera fue citado en 77 ocasiones y sus viceministros recibieron 70 requerimientos.

Esto permite no solo comprender la dimensión del problema que afrontan en la actualidad muchos funcionarios, sino que lo peor es que desnuda una actitud repudiable de los diputados, algunos de ellos fácilmente ubicables entre los más cuestionados, precisamente por su oscuro proceder como integrantes de ese organismo.

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