REGISTRO AKÁSICO

Divide et Impera

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Expresarse con símbolos no explícitos, importa poco en política. Vale esta consideración para la visita realizada por el presidente Jimmy Morales Cabrera, acompañado de la ministra de Relaciones Exteriores, Sandra Érica Jovel Polanco, y el secretario de Inteligencia Estratégica, Mario Andrés Duarte García, a la Central de Inteligencia de los EE. UU.

Los fotografiaron frente al sello de la entrada. Este fue establecido en 1950 por el presidente Harry S. Truman. Contiene en letras blancas la denominación; una cabeza de águila calva estilizada para resaltar las virtudes de fortaleza y alerta; la rosa de los vientos en color rosa, valga la redundancia, significa el alcance global de la agencia; y una divisa oro con el nombre oficial de los EE. UU., todo sobre campo azul redondo. Allí caminan para un lado y para el otro, en diferentes escenas de película de espías; sin embargo, en la foto presidencial prima la soledad de los funcionarios del país.

Lo tratado y la razón de la visita no se sabrá hasta una futura desclasificación. No obstante, se puede deducir como motivación a los reclamos presidenciales.

¿Cómo es posible encontrar a supuestos colaboradores o agentes directos de esa agencia de inteligencia liderando la oposición y promoviendo un golpe de Estado blando? Así, pues, la visita es una especie de queja. En el pasado, cuando los hermanos Dulles se encontraban encumbrados en Washington, lanzaron desde la CIA una campaña de intervención. Sus agentes, cuidadosamente tachados con negro en los informes de inteligencia que ahora se conocen, saboteaban la política del presidente Árbenz y lo presentaban como un convencido comunista. La operación PB Success, como se llamó esa combinación de bombardeos tácticos, propaganda radial y una invasión de mercenarios dominicanos apoyados por los vendepatrias de siempre provocó la caída del régimen constitucional en 1954. La modernización del país se retrasó en varias décadas.

Lo que no comprende el gobierno actual es la motivación de las entidades ligadas a George Soros, el millonario coadyuvante de la CIA y una serie de personajes representantes de los intereses norteamericanos que actúan de manera encubierta en varias oenegés, integrantes de un pacto desestabilizador. Se elevan altares a santas y coronas a campeones del combate a la corrupción, de corta vida, pues suelen caer cuando sacan a relucir el cobre. Pero el daño que realizan a la práctica política es abrumador. Han conseguido generar una grey de borregos emisores de agresivos balidos, acompañados con piquetes pagados desde el exterior cuya misión es sabotear la economía y transporte en el país.

EE. UU. patrocina esos grupos, como parte integral de su nueva política exterior. Sus colaboradores y agentes impulsan la división, denuncian las promesas vinculantes incumplidas, así como estropean programas que ellos mismos han impuesto. Tal como el gobierno abierto. Sus patrocinados líderes son opositores recalcitrantes, con el objetivo manifiesto de debilitar al régimen. Así de claro. Un gobierno débil en cualquier sociedad, facilita el dominio. Recuérdese como el imperio inglés pudo dominar a la India impulsando la conflictividad interna: a través de un puñado dominaba a una sociedad de millones de habitantes. Esta actuación, la acompaña de programas financieros limitados, equipos bélicos ligeros y unas pocas becas, con el objeto de generar un pequeño grupo partidario de su intervención.

En conclusión, en Langley Virginia, sede de la CIA, no se habrá de encontrar, el fortalecimiento de la política responsable para el país.

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