EDITORIAL
Caída de precios afecta a 300 mil productores
Una confluencia de factores en el mercado internacional derrumbó los precios del cardamomo, uno de los principales productos guatemaltecos de exportación, lo cual hace inminente una crisis de ingresos para alrededor de 300 mil pequeños productores establecidos a lo largo de la Franja Transversal del Norte, así como también en la bocacosta del Pacífico, con características físicas y climáticas que propician el cultivo del aromático, cuyos principales consumidores son países árabes.
En el 2021 comenzaron a sonar las primeras alertas, pero no ha sido sino hasta el inicio de la cosecha 2022 que los temores se confirman: los precios que oscilaban entre Q400 y Q600 por quintal han caído a Q250, lo cual no alcanza para cubrir tiempos y costos de producción, que incluye fertilizantes, pesticidas, equipo y contratación de mano de obra. Los productores suelen responsabilizar a los intermediarios por los precios; sin embargo, existen factores que se cruzan para crear una borrasca económica cuya duración es difícil de pronosticar. Los efectos, no obstante, se vislumbran desde ya: aumento de la pobreza, riesgo de crisis alimentaria, posibles focos de conflictividad y mayor migración hacia Estados Unidos.
Guatemala es el principal exportador mundial de cardamomo, pero no el mayor productor, puesto que le supera India, que por tradición destina la mayor parte de su cosecha al mercado interno. Cambios en patrones de consumo y aumento de cosechas elevaron la disponibilidad del cardamomo indio para exportación y abarataron el precio. La cercanía de India con países de la península arábiga agudiza la competencia, dado que estos también le compran a Guatemala.
No solo los productores padecen, sino toda la cadena de procesamiento y comercio, con lo cual esta crisis de precios puede tener impacto más allá de las zonas productoras, con el consiguiente efecto en empleos directos e indirectos, consumo, transporte y logística. Para muchos campesinos este producto es su principal o única fuente de ingresos para el sostenimiento de sus familias, por lo que las autoridades deben anticiparse a trazar planes para atender la situación de forma oportuna.
Los pequeños productores buscan fortalecer su organización comunitaria para tomar decisiones conjuntas, como puede ser, por ejemplo, la suspensión del corte y venta del grano de cardamomo como medida de presión para que mejore el precio. Sin embargo, en el contexto antes descrito esto no tendría mayor incidencia y, por el contrario, podría terminar permitiendo que ganen terreno países como Costa Rica, Tanzania o Malasia. En ese sentido es necesario también el involucramiento del Ministerio de Economía, en la búsqueda de posibles acuerdos comerciales que incluyan a este rubro que ha representado hasta el 1 por ciento del producto interno bruto.
Hace casi tres años, en enero del 2020, el quintal de cardamomo en pergamino llegó a cotizarse hasta en Q10 mil, pero hoy apenas alcanza los Q1 mil 500, cifra que puede empeorar conforme avance la cosecha mundial, pues tanto India como Guatemala tenían previsiones de aumento en la producción. Esto obliga a explorar nuevas formas de uso alimentario e industrial del producto, así como la diversificación de cultivos o la optimización de la calidad. Son soluciones de mediano y largo plazo que requieren de inversiones, lo cual no siempre está al alcance de comunidades cuya subsistencia, de por sí, es frágil.