EDITORIAL

Colosal tesoro natural y arqueológico peligra

Se trata del segundo pulmón forestal del continente después del Amazonas, pero además, debajo de su exuberante cobertura forestal existe un formidable tesoro arqueológico maya. Es único por su dimensión, complejidad y riqueza de vestigios. Fue el primer estado político organizado del continente, que florecía ya en el año 700 antes de Cristo: la cuenca del Mirador, en el norte de Petén, sobre la cual, gracias a los 40 años de investigación del arqueólogo Richard Hansen y al uso de la tecnología lidar, hoy se tiene la certeza de que existen 964 sitios prehispánicos.

Desde hace décadas, Hansen ha impulsado la protección del Mirador a través de exaltar sus maravillosos vestigios, de los cuales, sin duda alguna, el más impresionante es la estructura denominada La Danta. Esta zona se localiza en un parque protegido como parte de la biosfera maya, instituida en 1990. No obstante, eso no la ha resguardado de los taladores ilegales, de las invasiones de narcoganaderos ni de los “huecheros” o saqueadores de piezas mayas. Arqueólogos guatemaltecos y de otras nacionalidades han efectuado excavaciones científicas en el Mirador, bajo estrictos protocolos de registro y entrega de piezas a las autoridades. Lo triste es que suelen hallar estructuras ya expoliadas por grupos delictivos, con lo cual no solo se pierden dichas joyas, sino toda la información inherente a ellas.

Sucesivos gobiernos y congresos han evitado instituir un área núcleo como santuario natural y arqueológico. Eso no significa prohibir la entrada, sino convertirla en el atractivo ecoturístico más importante y más visionario de toda la región. Aunque México tiene la mitad de la cuenca, el 80% de yacimientos se encuentran en Guatemala.

Varias han sido las intentonas por atacar, desprestigiar o menospreciar el aporte de Hansen. Se ha afirmado falsamente que busca privatizar el área o convertirla en un parque temático; también se le ha señalado de querer expulsar a las comunidades cercanas a la reserva para crearle animadversión. Es claro el interés de los detractores por hacerse del control de esta zona o simplemente dejarla en la actual condición inerme para proseguir con los saqueos mencionados. Esos personajes se han infiltrado en estamentos del Estado para tratar de bloquear la protección del área.

A finales de 2019, un grupo de senadores estadounidenses propuso la creación de un fondo cercano a los US$1 mil millones para apoyar la conservación integral de toda la cuenca del Mirador, en un proyecto conjunto entre EE. UU., Guatemala y México para potenciar el ecoturismo, la protección ambiental, el fomento de inversiones verdes y la generación de empleos en industrias sostenibles y culturalmente pertinentes. Rápido surgieron voces supuestamente locales y fundaciones de cartón para descalificar la propuesta sin siquiera analizarla. Más de tres años después, el Estado de Guatemala sigue sin pronunciarse para recibir esa ayuda y también sin aumentar la cantidad de recursos humanos y económicos destinados al resguardo de miles de kilómetros.

Para cambiar esta realidad se necesitan autoridades comprometidas con la riqueza patrimonial del país. Aunque en la palabrería oficialista actual se resalta el eslogan de tres mil años de riqueza cultural, en los hechos solo se impulsan egolatrías vacuas. El Mirador merece ser declarado zona de protección, con un trazo específico basado en su geología, planes coherentes de inversión ambiental y un incremento de la presencia eficaz del Estado.

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