EDITORIAL

Convicción inalterable de servicio apolítico

“Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal”, es una descripción excelente del relativismo que mueve a numerosos politiqueros de todo nivel en el actual proceso electoral. La línea fue escrita por el poeta José Martí en 1891, pero a la luz de las evidencias mantiene una punzante veracidad en la Guatemala que está a cinco días de una nueva cita electoral. La concurrida contienda con más de 30 mil aspirantes a cargos públicos, desde alcaldías y diputaciones hasta la presidencia, ha exhibido lo mejor y lo peor: altas metas, ofrecimientos de desarrollo y hasta muestras de empatía, pero también discursos confrontativos, clientelismo desfachatado y todo un baile de máscaras propagandísticas.

Los comicios pasan y para los electos siempre llega el momento de la verdad, que a veces solo desnuda las mentiras. Las decepciones no han sido pocas en el proceso democrático de Guatemala, pero lo malo no es la democracia, sino el talante despótico y corrupto de ciertos perfiles. Por ello, la misión de los medios periodísticos independientes en cada proceso electoral se enfoca en ofrecer análisis, contextos, registro de hechos y el cotejo de discurso y acción, con criterio equidistante e imparcial, como un servicio a la ciudadanía.

A la vez, la ciudadanía es una inteligencia activa, una voluntad en movimiento, vidas en acción para buscar el bienestar de sus familias y comunidades. No es un ente pasivo ni un receptor condicionado —como creen ilusamente algunos políticos—. Por eso la misión del periodismo responsable va más allá de los comicios y más allá de los gobiernos. La audiencia es su mejor y más implacable jueza porque juzga por resultados.

En la agitación —y a veces la frustración— de percepciones y resultados, ciertos aspirantes a cargos culpan a los medios informativos de sus bajas preferencias. No son capaces de ver que son sus propias inconsistencias y contradicciones su mayor freno. Es más fácil culpar a los periodistas y de allí surgen las repudiables agresiones como las ocurridas el fin de semana último contra reporteros de Prensa Libre y Guatevisión, durante actividades de los partidos Cabal y Vamos, al tratar de documentar repartos de obsequios en mítines.

También ha recibido ataques otro servicio informativo electoral: la Encuesta Libre, herramienta de investigación social que ofrece una fotografía del momento electoral y que no constituye ni una predicción y mucho menos un sesgo. Es ingenuo o denigra la inteligencia ciudadana quien afirme que sus resultados benefician o “inducen” opciones.

En 1968, los fundadores de Prensa Libre publicaron un histórico editorial del cual transcribimos un extracto que nos sirve de guía a diario: “Permanece inalterable e impoluta nuestra devoción al periodismo independiente, entendido, no como una actitud egoísta ni insensible a las urgencias de la vida política nacional, sino como bastión del supremo interés de la generalidad, que es el de la patria, y como garantía, a la vez, de la libertad de opinar y expresar el pensamiento sin cortapisas de laya alguna, sin compromisos sectarios que deformen la verdad o la realidad de los hechos, para favorecer a determinada corriente política”. Puede haber resultados que no gusten o no se quieran creer, pero, parafraseando a Martí, el mundo no se termina en la aldea mental de cada uno, y esto lo deberían tener claro quienes aspiran a gobernar un país con tantas necesidades, decepciones y anhelos como Guatemala.

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