EDITORIAL
Frontera a trazar debe dividir pasado y futuro
Eliminar un añejo conflicto territorial entre Nahualá y Santa Catarina Ixtahuacán es algo que no ocurre espontáneamente ni por ósmosis, mucho menos por golpes de suerte o de autoritarismo. Se trata de un diferendo de tierras que dura ya más de siglo y medio, que ha dejado muertos de ambos lados, que impide el desarrollo y que se ha visto agudizado por la inercial ausencia del Estado y la incursión de grupos criminales vinculados con el narcotráfico, contrabando de armas y personas a lo largo de un corredor logístico sumido en la pobreza.
En enero y febrero hubo rondas de diálogo entre alcaldes y representantes comunitarios bajo auspicios del Gobierno central. Tras las reuniones iniciales no se supo de más avances, hasta que el 10 de agosto ocurrió un nuevo enfrentamiento que dejó un fallecido y revivió el tema. El presidente Alejandro Giammattei amenazó a los ediles con denunciarlos e interponerles procesos de retiro de antejuicios para removerlos del cargo si no denunciaban a los incitadores de violencia, una táctica desafortunada si lo que se intenta es calmar los ánimos.
El Ejecutivo afirma estar en la fase final de una nueva delimitación territorial entre ambos municipios, la cual será enviada al Congreso para su aprobación, según reveló el mandatario. No especificó un plazo para ello. Vale enfatizar que —dadas las características y larga data del conflicto— no solo se trata de marcar una línea en el suelo entre las comunidades, sino de hacer patente el consenso y asentimiento mutuo. Si el Congreso, habitualmente ciego, sordo y ajeno a las realidades del país aprueba un documento inconsulto, se volverá a repetir el fracaso de intentonas anteriores.
Se necesita de un proyecto integral que involucre la labor de al menos ocho ministerios de Estado y no solo los de Gobernación y Defensa. Si la región ha sido tan susceptible de conflictividad es a causa de abandonos seculares que facilitaron la incursión de grupos facinerosos. Se deben desactivar las causas y salirle adelante a los problemas. Por ejemplo, para reducir el aislamiento es necesaria una nueva ruta pavimentada que conecte la Costa Sur con la ruta Interamericana. Hasta ahora la mayoría de tramos que cruzan Nahualá e Ixtahuacán están en mal estado. Una conexión vial de este tipo agilizaría el comercio, reduciría costos en el transporte de mercancías y atraería turismo, así como mayor inversión, a los magníficos parajes del área.
Se necesita de una inédita inversión en educación, sobre todo a nivel de secundaria, diversificado y capacitación técnica para generar mejores oportunidades para los jóvenes. La provisión de servicios de salud preventiva infantil de calidad, la asesoría para la mejora productiva agropecuaria, el apoyo para proyectos de ecoturismo comunitario o el impulso a la capacitación de mujeres emprendedoras y madres artesanas pueden ser la frontera entre el pasado y el futuro para estos dos municipios. El mandatario citó la existencia de una investigación que fue entregada al Ministerio Público para atacar a los grupos criminales, pero hasta ahora no parece tener mayor prioridad.
La resolución del diferendo Nahualá-Ixtahuacán puede ser paradigmática e histórica, pero no ocurrirá en tanto no se supere la desatención institucional. Hace falta más que una declaración cartográfica para acabar con el subdesarrollo subyacente. Si se quieren lograr resultados diferentes se deben emprender acciones distintas. Hasta ahora no hay mayor novedad en la propuesta.