EDITORIAL
Obstruir la voluntad ciudadana es deleznable
De los tres procesos judiciales en los cuales se encuentra ligado el expresidente estadounidense Donald Trump, son los cuatro cargos leídos por una jueza de Washington DC, esta semana, los que más cimbran la bicentenaria tradición política estadounidense, porque lo vinculan con una conspiración para frenar el procedimiento oficial de recuento de votos en el estado de Georgia y la obstrucción de la oficialización de resultados a favor del ganador, Joseph Biden, al lanzar arengas que detonaron la irrupción violenta en el Capitolio, de unos dos mil partidarios.
Los otros dos procesos son respecto de gastos electorales no reportados, los cuales se utilizaron para sobornar a una exactriz pornográfica con el fin de que no divulgara su relación con el magnate en el contexto de su primera campaña por la presidencia, en la cual utilizó los valores morales como parte de sus argumentos. Esta acusación fue formulada por un fiscal de Nueva York, en marzo último. En junio, el exmandatario tuvo que comparecer ante una corte de Miami por haber extraído y almacenado en propiedades suyas cientos de expedientes secretos de seguridad nacional.
Cuando aún estaba en el cargo, pero frente a una inminente derrota por la reelección, Trump comenzó a proferir acusaciones públicas de fraude electoral, pero sin presentar pruebas ni acudir a las instancias legales; sí arengó a sus seguidores a no aceptar los resultados. En enero último, la empresa Dominion Voting System, a cargo de las máquinas de voto electrónico, demandó por US$1 mil 300 millones por daños y perjuicios al exabogado de Trump y político republicano Rudolph Giuliani, quien al calor de la polémica electoral los acusó de manipular resultados.
Por supuesto, Donald Trump goza de la presunción judicial de inocencia hasta que sea vencido en juicio. Argumenta el exmandatario que los procesos judiciales son, supuestamente, un intento por bloquear su participación por un segundo término en las elecciones del 2024. Claro está que el escenario ha cambiado para él, no solo por las acusaciones, sino por su propia conducta al frente de la Casa Blanca entre el 2017 y el 2021, que para unos sigue siendo una cualidad, pero que desencantó a muchos seguidores republicanos. Una reciente encuesta de cara a las elecciones primarias para elegir presidenciable republicano reveló que 45% de partidarios descarta apoyarlo.
De hecho, esta misma semana, en el canal Fox News, abiertamente trumpista en esos años, se difundió un mensaje patrocinado por un sector del Partido Republicano en el cual deploran la conducta antidemocrática y cuasisediciosa de Trump después de las elecciones, por constituir un atentado a las bases de la democracia, cuyos epígonos fueron los perpetradores del asalto al Capitolio, el 6 de enero del 2021, hecho por el cual hay alrededor de mil procesados y una sentencia de culpabilidad emitida en el 2022 que constituye precedente para otros casos.
Toda democracia es siempre mejorable y sujeta a fallas humanas, pero para ello existen mecanismos institucionales de denuncia y verificación. No obstante, cuando se intenta imponer la voluntad de un solo individuo o de una camarilla en contra de lo expresado por la ciudadanía en las urnas, entonces se están malutilizando potestades, y ello es simplemente ilícito. Sabotear un proceso eleccionario por necia intolerancia, invocando estamentos legales sacados de contexto es deleznable en cualquier lugar.