EDITORIAL
Pesadilla vial centra molestias y reclamos
Apenas dos semanas han transcurrido desde el inicio del primer ciclo escolar totalmente presencial después de tres años, tiempo en el cual se ha acrecentado la discusión pública y los reclamos a las autoridades ediles por los impactos de los diarios, prolongados y severos congestionamientos de tránsito en la capital y municipios conurbados. La súbita confluencia de miles de automotores cada madrugada, debido a los horarios de entrada de planteles educativos de todos los niveles, agudiza un cuadro que ya antes de la pandemia encendía alarmas.
En tres años no paró de crecer el parque vehicular; sin embargo, las medidas de aislamiento sanitario, distanciamiento social y clases en línea habían impedido constatar su efecto en la locomoción colectiva: algo a lo cual se suma la suspensión de circulación de cientos de autobuses colectivos, que fue sustituida por taxis piratas y también por miles de motocicletas más.
El fenómeno del tránsito masivo, literalmente varado, en las limitadas vías de acceso o salida a la capital, nodos de distribución y conexiones con zonas residenciales ocasiona una reacción en cadena a nivel de emociones, testimonios y exigencia de soluciones. La comunicación digital comparte fotografías, videos, agonías y ansiedades compartidas, con todo y percances que alargan la espera y obligan a madrugar todavía más al día siguiente, con el consiguiente efecto sobre la salud física y mental de adultos, jóvenes y niños preescolares.
El año electoral acarrea el abordaje político del problema. De hecho, el propio partido oficialista se adelantó a cualquier permiso de propaganda al instalar vallas que critican el problema del transporte público, pese a que desde este Ejecutivo nunca se lanzó propuesta alguna para atajar el actual maremágnum. De hecho, el plan para un anillo regional interdepartamental se encuentra relegado por el propio Ministerio de Comunicaciones.
El inmenso problema ya se encuentra sobre todos los vecinos, pero venía anunciándose desde hace casi tres décadas, sin que existieran acciones de fondo y de largo plazo por parte de la administración municipal. La alimentación de más ramales del Transmetro, la coordinación de nuevas líneas de transporte colectivo, el impulso de la movilización no contaminante y la creación de corredores viales periféricos se fueron quedando sin espacio de ejecutoria debido a una urbanización desordenada y a políticas de negación de la realidad que obviamente no hicieron desaparecer las complicaciones.
Más de una docena de aspirantes a la alcaldía capitalina han saltado a promocionarse mediante reclamos emotivos a la actual administración por su responsabilidad en este viacrucis diario. Pero más allá del oportunismo y la ambición por el bastión político capitalino, este es el momento de discutir alternativas a un problema que también afecta a cabeceras departamentales y rutas principales.
Los vecinos tienen el derecho de exigir soluciones a las autoridades y de evaluar el trabajo de la corporación municipal de cara a los comicios; sin embargo, los aspirantes a alcaldías, concejalías y sindicalías tienen la obligación de abordar este desafío con seriedad, con datos y criterios profesionales. Al fin y al cabo, es grave lo que ocurre en las horas pico de la circulación vehicular, pero también están pendientes de abordar los problemas del agua potable, la falta de tratamiento de aguas servidas o el incremento de la acumulación de desechos sólidos en rellenos nada sanitarios que ya no se dan abasto.