EDITORIAL
Poder local debe recuperar sentido
El concepto de autonomía municipal surgió como una legítima expresión de la necesidad de descentralizar el poder, focalizar esfuerzos en necesidades locales y fortalecer la exigencia y rendición de cuentas dentro de una delimitación geográfica. Desafortunadamente, tal garantía se ha utilizado a menudo para convertir las alcaldías en feudos, para fragmentar las políticas públicas y hasta para ocultar información sobre el uso de los recursos públicos.
Aunque la Asociación Nacional de Municipalidades (Anam) está por cumplir 50 años de existir, su finalidad de velar por un mejor desarrollo del quehacer edil, impulsar la mejora de procesos administrativos y defender la autonomía constitucional distan aún de concretarse plenamente, sobre todo a causa del uso personalista que se ha dado a la presidencia de la entidad en varios episodios del devenir nacional para exhibir apoyo conveniente a determinadas causas. Sirva de ejemplo la oficiosa declaración de apoyo de 200 alcaldes hecha en agosto del 2017 a favor presidente Jimmy Morales, aunque en la actividad solo hubo 166 jefes ediles, es decir mucho menos de la mitad de integrantes. En mayo del 2018, el aval prácticamente había desaparecido conforme las aguas políticas se movían con la marea de las tendencias electorales.
Cabe recodar que la autonomía municipal surgió en la Primavera Democrática de 1944 como una respuesta al anterior sistema dictatorial de jefes políticos municipales, que prácticamente centralizaba las decisiones y acciones de las localidades, lo cual era inconveniente debido a que se evaluaban las necesidades de cada lugar desde la óptica capitalina. La democratización en la elección de autoridades abría la puerta a mejoras de gestión.
Desafortunadamente, no todos los municipios logran avanzar al mismo ritmo en cuanto a la calidad de administración, solución de necesidades o visión regional de posibles desafíos a futuro. La Anam nació precisamente como un esfuerzo de colaboración, interacción y capacitación para lograr concejos municipales con mayor perspectiva y apertura, tanto a los vecinos como a otros poderes del Estado.
Las calificaciones anuales de calidad en el desempeño municipal presentan muy poca evolución y numerosos rezagos en comunas de varias regiones del país. Los principales problemas son la falta de soluciones a problemas comunitarios, la deficiente cuentadancia y hasta problemas organizativos dentro de cada instancia municipal. Si bien existen modelos positivos de manejo, con alta eficiencia y rendición de cuentas aceptable, existe aún muy poca reproducción de este tipo de copias a una escala sistemática.
En la actualidad son tres los alcaldes que se disputan el control de la Anam, lo cual podría considerarse como ventajoso debido a que una contienda debe favorecer el diálogo, la competencia de planes y el enriquecimiento colectivo. Sin embargo, lo que prevalece son las prácticas clientelares, las invitaciones a convivios o las alianzas urdidas bajo intercambios de apoyos políticos, lo cual constituye prácticamente una burla a esos grandes postulados que fundamentan al movimiento municipalista. Queda un mes para dicha elección. No deberían pesar las afinidades politiqueras o los agasajos más bulliciosos, sino los acuerdos más beneficiosos para las comunidades. De lo contrario, la Anam seguirá siendo tan solo un aliado de conveniencia para coyunturas críticas del Ejecutivo y si ese es el caso, entonces prácticamente da igual quién la dirija.