EDITORIAL

Políticos, háganse la campaña de ser serios

Ni siquiera ha comenzado la campaña política, pero ya hay varias flagrantes transgresiones que el TSE, por cierto, no ha sancionado, a pesar de ser evidentes, tales como las vallas del partido oficialista que hacen alusión al problema del transporte —con la vista puesta en la disputa por la alcaldía capitalina— o la presunción de que la mejora económica depende solo del Gobierno y no de los millones de migrantes guatemaltecos que aportan el 20% del producto interno bruto.

No es el único caso, hay varios personajes partidarios que ya formulan velada promoción personal bajo el pretexto de invitación a afiliarse. Proselitismo, le dicen, una tarea que no efectuaron en los tres años anteriores. Tampoco aportaron al debate cívico de ideas y decisiones para trazar una visión de Estado. Se enfrascaron en polarizaciones y alianzas, según el caso. De pretexto para el mutismo invocan la supuesta prohibición, mañosamente ambigua, contenida en las chambonas reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, que la Corte de Constitucionalidad se niega a analizar, pese a múltiples amparos.

Como si fuera la partida de una turbulenta maratón y no el inicio de un proceso de decisiones racionales, casi 30 partidos políticos intentan venderse como rivales, aunque entre ellos hay parentescos de pretéritas dirigencias y afiliaciones a otras agrupaciones ya rechazadas por la ciudadanía y, por lo tanto, necesitadas de más cartones de lotería para venderse como oposición.

Incluso con el llamado beneficio de la duda, saltan a la vista la falta de innovación, de formación y, peor aún, de integridad ética en el espectro político, con solo contadas excepciones. No vamos a prejuzgar con base en previos oficios o trasfondos, pero basta escuchar la limitada formulación de propuestas concretas referentes a problemas torales de la Nación. Se limitan a hablar de temas obvios como el tránsito, la delincuencia o el costo de vida, pero sin proponer abordajes serios. Hasta ofrecen pena de muerte, cuando ello solo lo decide el Organismo Judicial. Siguen guiones de publicistas o influentes alquilados, quienes por lo regular menosprecian la inteligencia del ciudadano. Surgen personajes supuestamente ajenos a la politiquería tradicional, pero se integran a partidos donde se tolera a exconvictos, a diputados antejuiciados o incluidos en lista negra o a exfuncionarios de dudosa gestión.

Estamos a casi cuatro meses de la decisión colectiva más relevante, dada la gravedad de los desafíos, el deterioro de indicadores de desarrollo y el agravamiento de la situación del desempleo, recientemente develada por la encuesta del Instituto Nacional de Estadística, que pone en entredicho la veracidad o los efectos reales de las cifras macroeconómicas. No se necesitan más perfiles físicos, sino intelectuales; no hacen falta más ofertas mentirosas, sino compromisos técnicos; no se necesitan mesías prefabricados, sino equipos que expulsen a todo personaje vinculado con corrupción y mediocridad.

En río revuelto ganancia de pescadores parece ser la consigna que mueve la multiplicación de organizaciones y planillas con afinidades y antecedentes obvios. Aun así, la ciudadanía no es la del 2015 y menos la del 2019. Con todo y los mecanismos clientelares que se avecinan, con todo y el acelerón de obras obviamente electoreras, la inteligencia del ciudadano guatemalteco va más allá de los maquiavelismos y las recetas para disfrazar de proselitismo o supuesta realización estatal lo que es abierta campaña.

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