EDITORIAL
Prospectiva inteligente
Recientes noticias acerca de crecientes funcionalidades y aplicaciones de la inteligencia artificial generan grandes expectativas para unos y preocupación para otros, debido a que estos sistemas digitales incursionan con bastante soltura en campos que otrora se consideraban exclusivamente humanos. En realidad, la revolución de la robótica y la automatización de procesos lleva más de 40 años en marcha, con sus correspondientes impactos en el mercado laboral: la desaparición de ciertas ocupaciones, la transformación de otras y también la aparición de nuevos perfiles de trabajo que, por lo regular, van asociados a la formación de determinadas capacidades.
Con frecuencia se ha señalado la sobrepoblación estudiantil en ciertas carreras, ya sea por determinadas expectativas creadas, falsa autopercepción de aptitudes o incluso la disponibilidad de programas académicos en el área de residencia, sobre todo en la provincia. Carreras como Derecho, Psicología, Comunicación, Mercadeo o Administración suelen superar matrículas año con año.
Sin embargo, es innegable la expansión de otras disciplinas científicas orientadas al desarrollo de sistemas digitales, herramientas tecnológicas y soluciones para optimizar el tiempo laboral. Entre las grandes tendencias de empleabilidad prácticamente no existe ninguna profesión que no tenga relación con el entorno virtual, por lo cual se hace imperativo para todos los Estados contar con planes visionarios para desarrollar el potencial de su población económicamente activa, presente y futura.
Es aquí donde se produce la paradoja, sobre todo para países con bajas tasas de cobertura y calidad educativa: hay talento joven, pero a menudo este queda perdido en la maraña de rezagos educativos e incumplimientos sistémicos en materia de creación de oportunidades para la capacitación o el emprendimiento. Si a esto se suma la migración forzada por la pobreza o la violencia, este potencial nacional se ve reducido aún más, aunque, por otra parte, existen casos en los cuales esas inteligencias van a florecer a otro suelo y, por lo tanto, aportan allá toda su riqueza creativa.
Esto no debe ser un factor de desaliento, sino, por el contrario, una confirmación de que la apuesta por las inteligencias de la niñez y juventud debe redoblarse y mantenerse como la mejor y única vía hacia el desarrollo, lo cual implica, claro, una depuración total del sistema educativo, a través de evaluaciones rigurosas y actualización obligatoria de los docentes. El impulso de las ciencias, las matemáticas y la comprensión lectora deben ser los pilares de esta transformación virtuosa, que sin duda debe tocar determinados intereses sectarios y desarmar botines de poder.
Con ese objetivo deberían comprometerse los candidatos que ofrecen toda clase de inmediateces pero nada trascendental, lo cual evidencia la superficialidad e incapacidad de muchos de ellos. Asegurar la competitividad del país no se reduce a prolongar prácticas productivas que han funcionado, sino trazar visiones prospectivas innovadoras, aprovechando la posición geoestratégica del país, pero comenzando por nutrir física e intelectualmente esas inteligencias humanas que germinan en Guatemala.