EDITORIAL
Segunda vuelta debe evitar polarización
Los resultados parciales de las elecciones 2023 expresan una decisión contrastante pero totalmente explicable, lógica, justificada: desencanto, escepticismo y esa estoica esperanza de los guatemaltecos plasmada en la asistencia a las urnas. Pese a que algunos se hagan los desentendidos, es una llamada de atención masiva a los partidos políticos, para que dejen de perder el tiempo en polarizaciones inútiles, búsqueda de lucro, fomento de clientelismos y procura de impunidades y tráficos de influencias que se han convertido en un verdadero tumor para la institucionalidad democrática.
Las cifras apuntan a una segunda vuelta, por décima ocasión en la era democrática. Con 35% de mesas escrutadas, Sandra Torres, de la Unidad Nacional de la Esperanza, reunía un 15% de votos, lo cual le coloca en segunda vuelta. Le seguía Bernardo Arévalo, de Semilla, con un 12%, el aspirante oficialista Manuel Conde con 8% y el diputado Armando Castillo, de Viva, con 7%. Debajo de estos venían Edmond Mulet, de Cabal, y Zury Ríos, de Valor-Unionista.
Una segunda ronda electoral es la ruta legal para definir la presidencia cuando nadie obtiene la mitad más uno de los votos. A quienes pasen, los nueve balotajes previos les lanzan un mensaje elocuente: deben actuar distinto para ofrecer mejores desempeños. Las segundas vueltas se han caracterizado por devenir en enfrentamientos que no dejan espacio para los acuerdos mínimos. Nada más absurdo, si se considera que, al menos en los discursos, son las mismas prioridades de país las que buscan. Hay diferencia de allegados, financistas y porristas, pero el máximo interés debería centrarse en la ciudadanía que hoy volverá a salir a ganarse la vida, como todos los días.
El debate entre dos propuestas de gobierno debería dejar de tener ese talante de confrontación noventero y casi circense que a la larga solo produce reality shows, cada vez más decadentes, pero ningún compromiso de mediano o largo plazo. Debe haber discusión de planes de trabajo, sí; de gabinetes de trabajo, por supuesto; explicación de la estrategia de ejecución presupuestaria para 2024, sin duda alguna. Todo ello para mostrar ventajas comparativas y no simples enfrentamientos.
Es importante también la aceptación de los resultados con altura cívica y respeto a la institucionalidad, sobre todo porque los conteos de votos y consignación de datos están al cuidado de ciudadanos, en un ejercicio público simultáneo. No hay lugar para berrinches o negación de la realidad. Si hubiere impugnaciones pendientes, estas deben seguir los canales correspondientes con las evidencias necesarias para respaldar procesos. De haber diferencias muy cerradas, se necesita madurez y liderazgo en los aspirantes para evitar difusión de rumores, reacciones hepáticas o descalificaciones nihilistas.
La jornada electoral transcurrió con armonía y conducta ejemplar de los votantes, excepto unos cuantos incidentes que llevaron a la postergación de dos elecciones. Existe, sin embargo, un suceso rayano en el terrorismo que debería ser investigado con celeridad por el Ministerio Público: el lanzamiento de bombas incendiarias hechizas en las cercanías de un centro de votación de la zona 10. Varias botellas con combustible quedaron abandonadas. Es urgente identificar a los perpetradores de este atentado. Se deben buscar grabaciones, huellas digitales en los envases y vehículos sospechosos, para deducir responsabilidades penales a los autores materiales e intelectuales y que sean llevados ante la justicia, como corresponde.