EDITORIAL

Un chorro de excusas

La degradación de la calidad de las gestiones municipales de todo el país, con muy pocas excepciones, usualmente va encabezada por alcaldes sin mayor formación académica, sin título universitario, con alguna experiencia parcial desde algún cargo o como contratista. Los síntomas de tal falta de idoneidad se identifican desde la etapa de candidatos: discursos populistas, prácticas clientelares, apelación a prebendas e interrupción de programas que quizá empiezan a dar resultado pero generan una relativa oposición, que es muchísimo menor a sus potenciales beneficios.

En este relativismo edilicio, se relegan programas de drenajes y plantas de tratamiento, sistemas eficientes y obligatorios para enfrentar los desechos sólidos, fortalecimiento de la protección ambiental integral o controles para frenar la construcción de viviendas en áreas de alto riesgo a fenómenos climáticos o telúricos. En muchos casos, tan alta responsabilidad queda de lado en favor de agendas demagógicas, payasadas mediáticas e inútiles exhibicionismos tiktokeros.

En la pasada campaña electoral, una de las promesas más recurrentes, al igual que en procesos anteriores, era la de mejorar el abastecimiento de agua potable en centros urbanos y comunidades rurales. En algunos casos, las “soluciones” pasan por la contratación de proveedores privados de cisternas, que a menudo tienen nexos familiares o amistosos con autoridades ediles. En otras administraciones, el asunto se limita a la perforación de pozos, como si se tratara de un recurso ubicuo e infinito.

Pocas, muy pocas municipalidades manejan un plan integral de aguas, a sabiendas de que no se trata únicamente de que exista un chorro de líquido en los grifos, sino de un entorno ambiental que permita la conservación de manantiales y ríos, que recaude las aguas servidas y que las trate adecuadamente para devolverlas al entorno, para que también puedan servir en comunidades corriente abajo o bien como simple acto de decencia ambiental. La dantesca realidad es que ni siquiera se priorizan los drenajes, por ser una obra municipal onerosa, necesaria, pero enterrada.

Son numerosas las comunas que se cierran a la abierta participación de los vecinos, excepto cuando les conviene. Es por ello que en nuestro reporte central de este día se exhiben cifras de sistemas de aprovisionamiento de agua a cargo de comités comunitarios y no directamente de los alcaldes. Esto debido a que son esas comunidades las que resguardan bosques y nacimientos del líquido gracias a una cosmovisión ancestral que les permite y obliga a valorar todo el entorno, así como a velar por el bienestar de los habitantes.

En tiempos de creciente apremio por la escasez de agua, sobre todo en áreas urbanas, se necesita de una toma de conciencia sobre la dimensión del problema y también de las implicaciones de sus potenciales soluciones. La responsabilidad sobre los desagües y basureros atañe directamente a las autoridades del Gobierno central y municipalidades, que no deberían hacerse más las desentendidas sobre tan grave materia. Por supuesto, se necesita de la participación de todos los pobladores, de todas edades, para frenar el deterioro y emprender la recuperación, sin dilaciones ni excusas.

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