EDITORIAL
Una cumbre estéril con los mismos discursos
Más se tardaron en llegar a México los presidentes de EE. UU., Joseph Biden, y Canadá, Justin Trudeau, que ellos en presentar los resultados de la Décima Cumbre de América del Norte. Además del tedioso y descortés uso del tiempo de la conferencia de prensa final por parte del mandatario mexicano, Andrés Manuel López Obrador —su alocución abarcó 28 de un total de 45 minutos—, los anuncios efectuados carecían de mayor novedad.
En materia migratoria no hubo cambios esenciales a las repetidas declaraciones de intención para el triángulo norte centroamericano: zona crítica de un éxodo multitudinario, pero también gran puente no oficial de viajeros indocumentados provenientes de Sudamérica, el Caribe y otras partes del mundo en ruta a EE. UU., además de ser área de paso de cargamentos de droga de todo tipo. Se aludió, eso sí, a la Declaración de Los Ángeles sobre Migración y Protección, suscrita el 10 de junio del año pasado durante la Cumbre de las Américas, cita a la cual no asistió el gobernante guatemalteco, Alejandro Giammattei Falla. En dicho documento se fijan compromisos de 20 países para buscar la reducción de flujos de personas a través de nuevas vías de fomento de competitividad y desarrollo.
En la cumbre de esta semana se confirmó un programa, anunciado en los primeros días del año, que contempla otorgar cada mes hasta 30 mil permisos de trabajo temporal de dos años específicamente para migrantes haitianos, venezolanos y nicaragüenses, así como la continuación de la política de deportaciones a México. Mientras, los tradicionales aliados de EE. UU. en el Istmo quedan sin mayor cambio. Cabe decir que migrantes hondureños y salvadoreños gozan de un estatus de protección temporal (TPS), no así los guatemaltecos.
Cabe recordar que a finales de junio de 2021, Giammattei Falla solicitó en Washington un TPS para guatemaltecos al jefe del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Alejandro Mayorkas. La gran oportunidad para reiterar la solicitud habría sido la Cumbre de Los Ángeles, especialmente dirigida a la migración, pero declinó de asistir personalmente, en plena desavenencia por las críticas de EE. UU. a la reelección de Consuelo Porras como fiscal general.
Las conclusiones de la Décima Cumbre Norteamericana repiten planes de fomentar las inversiones locales y extranjeras en los países originarios de olas migratorias. Algunas líneas parecen sacadas de un borrador de hace dos décadas, como la que señala: “Ahora más que nunca necesitamos identificar y abordar las causas de origen de la migración irregular y el desplazamiento forzado”, como si no fuera claro que son la pobreza extrema, la falta de oportunidades laborales y la corrupción en los Estados lo que bloquea el desarrollo educativo, nutricional y económico.
El narcotráfico se menciona dentro del apartado de amenazas a la seguridad regional, con énfasis en el combate de las drogas sintéticas y el control de precursores químicos. También se hace alusión a las amenazas cibernéticas, el lavado de dinero, la trata de personas y el tráfico de armas, temas que, a la larga, están interconectados, pero que para el ciudadano de a pie son más bien ajenos. Así que después de los actos protocolarios, las fotos oficiales y la expresión de anhelos de nuevas vías de frenar la migración terminó todo sin mayores previsiones concretas. Mientras tanto, han arribado a la ciudad de Guatemala los primeros tres vuelos con 255 connacionales deportados, entre ellos 46 menores.