TIERRA NUESTRA
El conservador que visualizó el futuro
Recuerdo que en una ocasión concilió criterios conmigo —hecho sucedido en uno de los fraternos encuentros promovidos por el licenciado Alberto de Aragón— referente a que ciertamente también hay sectores obtusos a los cuales les genera mucha preocupación la transparencia financiera y que se han opuesto a la desaparición del llamado secreto bancario, aduciendo que eso implica inminentes riesgos en su seguridad personal. Estuvimos de acuerdo además en que estos sectores no esconden su secular oposición al pago de impuestos, así como su rechazo a la modificación de la Ley Electoral, en donde se pretende regular el financiamiento político. Esto porque les cierra las puertas para tener una poderosa representación parlamentaria, tendrían menor derecho a los picaportes ministeriales y menor incidencia en las decisiones presidenciales.
Sumados los argumentos de Preti y los cada vez más evidentes movimientos al interior de los grandes empresarios locales, la expresión: ¿Por qué no cerramos la tienda? Estaría tomando auge. Esto no implica abandonar de golpe las empresas; implica reducir inversiones ya planificadas, reducir operaciones y, en caso extremo, vender estas empresas a capitales foráneos. Después de todo, las diez familias más poderosas de Guatemala ya internacionalizaron sus inversiones. Guatemala sigue siendo una plaza importante para sus operaciones industriales, comerciales o financieras, pero ya no es la única.
La conclusión lógica radica en que después del tsunami de la globalización, asoma ahora el tsunami del “sometimiento a nuevas reglas de juego”. Si el gran capital local desiste ahora y se marcha —como pareciera ser— se habrá ejecutado el jaque mate que muchos esperaban. En lo social quizá esto implique más ventajas que desventajas, porque el capital foráneo estará condicionado a ajustarse a nuevas normas. Para eso están la OMC, la OIT, la Cicig y la SAT, entre otros. La vigencia de un modelo económico local tradicional habría terminado, mientras la norma devenida de la agenda global estaría afianzándose y dando paso a un nuevo modelo, en donde la presencia del capital transnacional sería la última fase de la expansión capitalista mundial.
Un aspecto cualitativo sería que se estaría dejando un espacio de acción muy importante para los pequeños y medianos empresarios, hecho que de aprovecharse vendría por primera vez a fortalecer la economía nacional desde su propia base. Es evidente que no existe un plan estratégico para favorecer lo anterior, pero que ineludiblemente debe ser considerado en un próximo gobierno que, en efecto, además de capaz, vele por los intereses integrales de toda nuestra población. Definitivo, Humberto Preti, un conservador que visualizó el futuro.
manuelvillacorta@yahoo.com