TIEMPO Y DESTINO
El fenomenal negocio del mundial de fútbol
Cuando un aficionado decide no ir al trabajo para quedarse en casa viendo los partidos de fútbol —que estos días son jugados en estadios de Rusia, donde se desarrolla el campeonato mundial, denominado Copa Mundial de la FIFA Rusia 2018—, si prefiere verlos en un restaurante, o si los ve de pie frente a vitrinas de tiendas vendedoras de televisores, debe saber que, de alguna manera, está siendo partícipe, como consumidor, de un enorme negocio que mueve anualmente muchos miles de millones de dólares.
Ese aficionado y yo nos convertimos en consumidores directos porque ponemos atención a los anuncios comerciales y en muchas oportunidades sucumbimos a la tentación de comprar o regalar algo relacionado con el campeonato mundial de fútbol.
Las camisetas son uno de los productos más vendidos, negocio que funciona en torno a la popularidad de los equipos o de los futbolistas individualmente considerados.
Uno de los ríos de dinero producidos por ese fútbol desemboca en las arcas de la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA). Esta vez, cada selección nacional por el solo hecho de concurrir al principio de los partidos recibirá unos diez millones de dólares.
Supongo que, si una selección consigue pasar airosamente todas las etapas del campeonato y gana el partido final, sus ingresos serán cuantiosamente mayores.
Y a ello contribuimos todos porque integramos una sociedad de aficionados al fútbol que este año se acerca a los quinientos millones de mujeres y hombres, de todas las edades, de todos los países, y de todos los estratos sociales, ricos, pobres y miserables. ¡Ah! Y de todas las religiones, cada vez más numerosas, después de las tres religiones monoteístas.
(A propósito de eso, esta semana un mormón canadiense, que tiene 24 esposas y 149 hijos, ha sido condenado a seis meses de arresto domiciliario, como castigo por polígamo. Y todo le ha salido más como un premio: disfrutará un promedio de 28 horas, por cada uno de sus hijos, de estar obligatoriamente en su casa con sus esposas. El imputado es miembro de la Iglesia Fundamentalista de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días).
Pues bien, Rusia ha invertido, hasta hoy en la organización de la Copa Mundial el equivalente a ciento treinta mil millones de quetzales (unos 13,000.000.00 de euros) Y es por algo. Una cantidad casi igual recibirá la FIFA y no se diga lo que ganará Rusia en dinero, en divulgación de su historia, su cultura, su potencial político, y con la oportunidad de exhibir las bellezas naturales del país que posee el territorio más extenso del mundo.
Parte de esos ingresos en dinero llegará por la estancia de un millón de turistas extranjeros durante los 32 días de duración de las competencias, y unos más que llegaron antes y otros que permanecerán por aquellos lugares algún tiempo después.
En fin, independientemente de las consideraciones económicas y de las ganancias producidas, la Copa Mundial de la FIFA Rusia 2018 es, sin duda, una de las más saludables y alegres fiestas del mundo que veremos durante el año.
Además del deporte produce muy buenas relaciones amistosas y negocios entre las personas que llegan como visitantes, de las originarias de las once ciudades sedes de los encuentros, y grandes amores como el de Gerard Piqué y Shakira.
Es un canto a la amistad que contrasta con los sentimientos de aquellos que desean desencadenar una guerra con armas nucleares para destruir millones de personas inocentes, como esas que ahora están riendo, cantando, jugando fútbol, bailando y trabajando en Rusia.