PERSISTENCIA

El orfismo y el nacimiento de culpa

Margarita Carrera

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“El orfismo —expone Nilsson— introduce concepciones nuevas y revolucionarias en la religión griega. Es la rama principal de las poderosas y revolucionarias corrientes religiosas que surgieron en la época arcaica como protesta contra la religión tradicional (…)”.

Pero lo básico del “orfismo” es que rechaza rotundamente el ideal humano concebido por Homero y hace que aparezca, de manera nefasta y enfermiza, el “sentimiento de culpa”, no por haber matado y devorado al padre —según la postura freudiana del origen de este sentimiento—, sino por haber matado y devorado al hijo. Siendo así la mujer, que no el varón, la que inicia el “pecado”, con sus consecuencias sadistas y masoquistas que ya no abandonarán jamás al humano occidental.

Además, los “órficos” se ceñirán a prácticas ascéticas que revelan su sentimiento de culpa: serán vegetarianos y tendrán prohibido matar a un animal (ya que les recuerda el devoramiento del “niño”). Ello vendría a ser una herejía para la religión homérica, ya que el sacrificio de animales significa un banquete ritual, que ha de tener lugar en determinadas ocasiones y fechas, de acuerdo a su propia liturgia

Para los helenos, el “sentimiento de culpa” existirá a causa del asesinato del “hijo (=Dionisos, hijo de Zeus) por parte de las “ménades”, mujeres, en una época en que, sin duda, existe el matriarcado, según me atrevo a observar.

Ni Homero ni Hesíodo nos habla de “sentimiento de culpa”. ¿Fue después de ellos que surge el matriarcado con sus terribles orgías y asesinato (o devoramiento) de niños?

La Grecia de los siglos anteriores a las guerras médicas, expone Nilsson, “(…) ofrecía un aspecto que difiere considerablemente de nuestras ideas corrientes sobre lo griego. Ménades recorrían bosques y campos en el furor de su extático delirio; los órficos proclamaban que la naturaleza culpable del hombre tenía que ser dominada y purificada por medio de notificaciones para librarse del castigo en el otro mundo. El país estaba lleno de adivinos y decidores de oráculos ambulantes, de bacantes y de sílabas, de taumaturgos y sacerdotes purificadores (…)”.

Fuese como fuese, con el “sentimiento de culpa”, profundamente sentido en su “psyche”, los “órficos” se liberan de la religión homérica, que yace más allá del bien y del mal (en cuanto a su concepción de las divinidades que intervienen en su destino) y se someten —al juzgar a tales divinidades como inicuas— al tormento de una religión que, de manera masoquista, creería en la “purificación” del pecado, por medio de notificaciones, privaciones y castigos en esta y en la otra vida del más allá.

Desaparece, así, la filosofía de la naturaleza practicada y creída por la “Escuela jónica”, cuyos filósofos físicos buscan en la “physis” o naturaleza la verdad del ser.

Sin hacer el mayor énfasis en el enfrentamiento de las dos posturas filosóficas griegas, la de la “physis” (o naturaleza) y la de la “metaphysis” (o más allá de la naturaleza), las historias de la filosofía hablan de dos épocas: la “presocrática” y la “socrática”.

En mi opinión, el máximo representante de la filosofía “presocrática” (como ya lo expuse) es, más que los filósofos propiamente dichos, Homero, quien, además, como poeta, rige en el campo de la educación ética y estética.

Con los “órficos” se inicia —según mi parecer— la segunda época de la filosofía griega: la “socrático-platónica” que, de manera dramática, se enfrenta a la filosofía homérica, al traerse abajo todos sus postulados, proclamando, en cambio, otros nuevos y totalmente opuestos.

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