HAGAMOS LA DIFERENCIA

El poder de la voluntad

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Al iniciar el año, es común que nos propongamos propósitos. Quienes los planteamos, buscamos siempre mejorar algún aspecto de nuestra vida, por ejemplo nuestra salud, nuestro comportamiento, eliminar algún vicio, cumplir determinado sueño o prepararnos para la vida.

Una de mis actividades a inicios de año es entrevistar a profesionales que desean estudiar una maestría o un doctorado y recomendarle el programa adecuado al tipo de actividad que están realizando o a sus aspiraciones futuras. Esta es una tarea agradable, al ver en el rostro de los aspirantes la alegría por el deseo de superación. Fue muy gratificante recibir en mi oficina al joven Luis Gustavo Girón, quien estudiará la maestría en Administración Financiera. Me indicaron que no le exigieron llenar la solicitud, pues tenían duda de si podría hacerlo. Cuando estuvo frente a mí supe el motivo: no tenía las dos manos, en su lugar había prótesis. Me indicó que podía escribir, aunque no a la velocidad que deseaba, pero sí podía hacerlo perfectamente en computadora o tablet. Me explicó que había perdido las dos manos y parte de sus brazos por quemaduras al recibir una descarga de 13,800 voltios cuando estaba trabajando en Quetzaltenango, en el proyecto de demolición y reconstrucción de viviendas para familias afectadas por el terremoto de noviembre de 2012. El movía una talanquera que se quebró y cayó sobre cables de alta tensión. La descarga lo envío inconsciente al suelo y fue trasladado al Centro Médico vía área. Estuvo ocho días en coma y debieron amputarle las manos. Se recuperó en cuatro meses y aprendió de nuevo a escribir, conducir vehículo, a comer y a hacer tareas en casa. Él trabaja en el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Guatemala y recientemente fue ascendido a teniente, teniendo actualmente un comando a su cargo. Me compartió que se levanta a las tres y media de la mañana, se ejercita de cinco a seis y así mantenerse bien físicamente para estar al mando del grupo que dirige. No dudo de que con esa determinación él concluirá satisfactoriamente los estudios de maestría que se ha propuesto.

Pensé, ¿Cuántas personas con ambas manos han decidido no continuar preparándose?. Creo que son muchas. Lo anterior me motivó a escribir este artículo para estimular a mis lectores a continuar sus estudios, cualquiera que sea el nivel educativo en que en este momento se encuentren, siempre podemos aspirar a algo mejor. Puede ser el nivel de primaria, secundaria, licenciatura, maestría o doctorado, pues la oferta y oportunidades educativas son, actualmente, abundantes. No importan las limitaciones que en este momento tengamos, pueden ser físicas, de tiempo, económicas, que si nos lo proponemos podemos luchar. Presenté un ejemplo de limitaciones físicas, pero también hay muchos ejemplos de otro tipo de limitaciones, como el tiempo, en las que siempre he observado que las personas más ocupadas son las que encuentran el tiempo para actividades extraordinarias en la vida: de superación, de altruismo o de tipo religioso. He visto también esfuerzos de tipo económico, como el de jóvenes estudiantes que trabajan para sostener sus carreras, debiendo cumplir jornadas extensas para atender ambos compromisos.

No debe haber excusas, propóngase este año continuar sus estudios y verá cómo tendrá sus recompensas, pues, como dijo el maestro Virgilio Zapata en una graduación: “Siempre hay un lugar preparado para alguien que está preparado”.

samreygo@yahoo.com

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