A CONTRALUZ
En la cuerda floja
SI LAS ELECCIONES EN EE. UU. fueran hoy es muy probable que ganaría Hillary Clinton, pero no tanto por su carisma, sino por el rechazo contra Donald Trump. Sin embargo, el escenario que se pinta para el 8 de noviembre no es necesariamente positivo para la aspirante demócrata, ya que si persisten las perspectivas halagüeñas para su campaña bien podría ocurrir que muchos votantes demócratas se queden en su casa porque ya se habría alejado la amenaza y si los republicanos van en gran número a las urnas bien podrían revertir los resultados. En otras palabras, Clinton carece de respaldo popular, se le señala de representar el establishment político, el statu quo, de defender los intereses de Wall Street y le persiguen los fantasmas de la corrupción y la mentira. Aunque cuenta con un potencial voto masivo de los latinos, estos perciben que Trump los insulta y Clinton los ignora.
El sistema cierra filas contra Trump. El outsider representa los antivalores de la intolerancia, racismo, misoginia, aunados a su ignorancia sobre política, y por eso el sistema trata de abortarlo, incluso la dirigencia del partido que lo postula. Pero ya es muy tarde porque ese aspirante representa a una amplia masa de estadounidenses blancos que han venido a menos y que están hartos de los políticos tradicionales. Los republicanos afrontan la peor crisis de su historia porque tampoco puede romper totalmente con ese candidato por temor a una total implosión. El lado extremista del republicanismo vería una traición y Trump lo sabe. Por eso el magnate desafía a la dirigencia conservadora: “Es tan agradable que ya no tengo ataduras y ahora puedo luchar por EE. UU. de la forma que yo quiero”, expresó, luego de conocerse que Paul Ryan, presidente de la Cámara Baja, dijo que no hará más campaña por Trump y que solo enfocará sus energías para retener a la mayoría en el Congreso.
Del lado de Clinton la amenaza en su contra ya no es Trump, sino ella misma. Los escándalos persiguen al candidato republicano, uno tras otro, pero la demócrata no logra aplastarlo. Después del video misógino y del segundo debate, Clinton solo supera a su contrincante con entre 6% y 7%. El HuffPost Pollster ve una tendencia nacional en las encuestas de 49.1% a favor de Clinton y de 41.7% para Trump. La BBC le da a la primera 49% y al segundo, 43% a escala nacional. El principal apoyo para Clinton procede de los hispanos, porque entre ellos tiene una intención de voto del 67% frente al 19% para Trump, según una encuesta de Univisión. Pese a tal tendencia favorable, en este sector un 42% cree que la demócrata es mentirosa, frente a un 39% que la defiende.
Los datos a escala nacional revelarían que Trump está lejos de caer en la lona, que aún puede dar la batalla y, como se ve en sus tuits, está dispuesto a mantener una guerra sucia sin cuartel con tal de destrozar a su contrincante. ¿Qué afecta a Clinton? Reuters señala que la demócrata ha tenido problemas para diseñar una visión convincente de su programa y no logra atraer el voto de los millennials (entre 20 y 35 años), las minorías y los demócratas liberales que seguían a Sanders. Una encuesta de Reuters/Ipsos revela que entre quienes votarían por ella solo el 36.5% está de acuerdo con su programa de gobierno. La referida agencia dice que la mayoría de votantes apoya a Clinton solo para detener a Trump y se pregunta si ellos saben que el republicano no va a ganar ¿cuál sería su motivación de asistir a las urnas? Así, aún no está despejado el camino para una demócrata que está lejos de convencer a la mayoría de estadounidenses.
@hshetemul