IMAGEN ES PERCEPCIÓN

Enemigos naturales

|

“Eres una persona grosera y terrible. Deberías dejarme gobernar el país. La prensa es el enemigo del pueblo. Ustedes son noticias falsas”. Expresiones como estas son las que ha utilizado el presidente Donald Trump, que ha liderado una batalla frontal contra la prensa a la que considera su mayor enemigo político.

Lo alarmante es que esta actitud haya contagiado a los gobernantes latinoamericanos, que pretenden coartar la libertad de expresión en los países de la región. La actitud generalizada es que cualquier medio que opine diferente a ellos es considerado como un enemigo.

El problema es que las frágiles democracias de América Latina no son Estados Unidos y, aunque todos los medios gringos de derecha, izquierda y centro se han unido por primera vez contra un presidente, ni aún así pueden con él; Trump cuenta con contrapesos en su propio sistema político que lo limitan y por más que él quisiera, no permitirían convertir a su país en una dictadura. Cosa contraria a lo que pasó en Cuba, Venezuela y Nicaragua, cuyos dictadores al creerse dueños del poder absoluto no soportan las críticas.

El primer paso para implantar un gobierno autoritario es descalificar a los periodistas críticos y encasillarlos como enemigos y difamadores, hasta lograr acallar sus opiniones y las de los medios. De esta manera se crea en el gremio un ambiente de temor, para sentar un precedente y frenar las opiniones de otros periodistas.

Es razonable que de un mismo hecho puedan surgir múltiples realidades y distintas versiones, pero de eso a deslegitimar a los medios para rechazar cualquier noticia que no les convenga y denominarla “falsa”, es una nueva táctica y el estilo que han implementado los gobernantes ahora, para crear una relación tirante y confrontativa con la prensa, que resulta siendo muy conveniente para ellos.

Esta actitud les permite evadir los cuestionamientos importantes y directos, para así poder desviar la atención a temas enfocados a la relación convulsa entre ellos y los periodistas. Quedando de lado la discusión de los verdaderos problemas de fondo de una nación. Mientras se da todo este proceso litigioso, el pueblo sale perdiendo, porque se queda con un vacío informativo de los “medios serios” o tradicionales y recibe únicamente noticias confusas o falsas a través de las redes sociales, que son dirigidas por los call centers pagados por el gobierno o grupos paralelos.

La prensa y los políticos han sido tradicionalmente enemigos naturales; sin embargo, esta disputa era un factor sano y un buen balance de poder, que de alguna manera generaba equilibrio y límites para los gobernantes, ahora las cosas han cambiado, la estrategia de contraataque y coacción de los gobiernos hacia los medios consiste en anularlos completamente, retirando la publicidad oficial a la prensa crítica y premiando a la que es afín, de esta manera intentan asfixiar a los medios que se atreven a expresar opiniones contrarias.

En este sentido, no hay que olvidar que se puede medir la democracia de un país en base a la libertad de expresión, opinar libremente para denunciar las injusticias es necesario para generar cambios positivos en la sociedad. Por esta razón el periodismo de calidad siempre es antagonista del gobierno de turno en un país y la confrontación se torna inevitable cuando los servidores del pueblo no trabajan adecuadamente.

Las dictaduras, tanto de derecha como de izquierda, han practicado tradicionalmente la censura a la prensa, pero antes no existían las redes sociales, ahora al neutralizar a los medios, entran al juego las redes sociales, pero por ser opiniones tan diversas y anónimas, ¿podrán ejercer ese contrapeso, que tanto se necesita en el poder?

Imagen_es_percepcion@yahoo.com

ESCRITO POR: