FAROBodas de plata

RODRIGO CASTILLO DEL CARMEN

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Con satisfacción estamos celebrando los veinticinco años de graduación de médicos y cirujanos de la promoción 1977 de nuestra querida alma mater, la gloriosa y tricentenaria Universidad de San Carlos de Guatemala. Han sido cinco lustros durante los cuales la humanidad ha transitado de un siglo a otro, del segundo al tercer milenio.

Dentro de la vasta historia universal han sido escasos veinticinco años, pero al mismo tiempo ha sido un período en el que hemos vivido profundos y dramáticos cambios sociales, políticos y económicos, así como vertiginosos adelantos sin precedentes en las ciencias y la tecnología.

Nuestra promoción inició sus prácticas de médicos internos en medio del desastroso terremoto de 1976. Eramos jóvenes inexpertos que el primer día de ejercicio profesional recibíamos como bautismo de fuego todo el drama del dolor y la muerte de un cataclismo que nos obligó a atender a miles de heridos en la calle porque nos habíamos quedado sin hospital, en las más precarias condiciones de higiene y con muy escasos recursos materiales.

Era la primera vez que como médicos nos encontrábamos frente a la grandeza de Dios para descubrir el infinito amor que tiene para sus hijos en Guatemala.

Meditar sobre el camino recorrido nos obliga a reflexionar sobre las razones profundas y los sólidos argumentos que nos movieron por vocación a abrazar la profesión médica como proyecto de vida. Es algo que sólo puede concebirse auténticamente desde una concepción humanista, desde una relación especial con los que sufren una enfermedad del cuerpo y del espíritu.

Durante este tiempo la experiencia nos ha enseñado que el éxito en el desempeño profesional necesita del sentido de innovación. El médico exitoso desafía los problemas que encuentra, sean pequeños o grandes, clínicos, quirúrgicos, académicos o éticos.

Pero no basta solamente desarrollar una gran habilidad técnica, es requisito indispensable la espontánea afinidad, bondad, acercamiento y consideración especial con los pacientes. En la búsqueda de resultados perfectos se debe analizar, discutir y recordar, sin ignorar ni ocultar los errores para poder aprender de ellos.

Hoy por la noche, los compañeros y compañeras de la promoción del 77 estaremos recordando los anecdóticos trabajos de grupo, las huelgas de dolores, los interminables turnos en la sala de emergencias y en la unidad de cuidados intensivos; en fin, todos aquellos episodios de alegrías y sinsabores que fueron fundamento en la forja de nuestra vida profesional.

Píldora de humor.

-Doctor, ¿cómo estoy?

-Pues nada bien. Usted tiene el mismo problema de una iglesia abandonada. ¿Y cuál es ese problema, doctor? ¡Bueno, que no tiene cura!.

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