FaroEntre mediocres y ladrones

RODRIGO CASTILLO DEL CARMEN

|

Guatemala esta sumergida en una mezcla heterogénea de sentimientos compuesta principalmente de decepción, amargura y frustración. El gobierno del FRG, en quien masivamente puso su esperanza un pueblo urgido de cambios rápidos y permanentes, está plagado de errores y es incapaz de transmitir confianza y credibilidad.

Lo más grave consiste en la terrible certeza de que el presidente, sus ministros y la aplanadora legislativa, no son capaces de cambiar nada en beneficio de los guatemaltecos.

La cara de incompetencia y fracaso que tiene este gobierno es resultado de malas políticas públicas que han dado origen a mayor desempleo, pésimos servicios públicos, inseguridad e incremento de la pobreza. La percepción de lo que hay es proporcional a la deslegitimación.

La gente sabe y repite, algunos con amargura y otros con tristeza, que ¡Portillo no puede!, y muchos se preguntan ¿hasta cuándo vamos a seguir tolerando tanta ineficiencia y tan descarada corrupción?

La estrategia de confrontación en la que Portillo sigue embarcado es la única manera que tiene de buscar una recuperación de al menos parte del apoyo popular que ha ido perdiendo. Persistir en el cinismo y en la desvergonzada estéril retórica que ya no engaña a nadie es una técnica política ineficiente que muestra el error de un gobierno débil que se cree fuerte, lo que constituye un síntoma no tanto de testaruda inmadurez, sino de una especie de encefalopatía espongiforme.

La actitud de muchos funcionarios públicos que llegan al poder con los vicios de vulgares ladrones para arrebatar la mayor cantidad de millones que puedan, constituye un grave crimen contra una gran porción del pueblo que literalmente se está muriendo de hambre; a pesar de la ceguera del vicepresidente y su berrinchuda posición de no aceptar responsabilidad alguna en ello.

El tratamiento de la crisis económica, social, moral y espiritual a base de demagogia, egocentrismo, soberbia, nepotismo, robo descarado, y una grosera ineptitud del equipo de gobierno, ofende la dignidad ciudadana.

Malos funcionarios en todas partes y un desprecio por la disensión, explican lo que siente el ciudadano común y corriente. Quienes pusieron en manos de la mediocridad al país deben reconocer que se lanzaron como cuerpo político por el precipicio de las emociones. Está más claro que el agua que votar por Portillo fue una tremenda equivocación y una irresponsabilidad ciudadana que jamás deberá repetirse.

La acción ciudadana individual o la protesta solitaria de uno que otro columnista no pasa de ser un susurro en los oídos de un sordo que no tiene el más mínimo interés de escuchar. Solos no valemos nada, separados no pesamos nada. Creyendo escapar de la crisis hemos perdido el contacto entre nosotros y estamos perdiendo la ilusión y la fe en nuestras posibilidades como país.

Píldora de humor.

– Mira, una pulga inglesa.

– Increíble, y ¿cómo sabes que la pulga es inglesa?

– Porque me la saqué de la ingle.

ESCRITO POR: