FAROMiedo y codicia

RODRIGO CASTILLO DEL CARMEN

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La codicia y el miedo son las dos emociones humanas más evidentes en el comportamiento cotidiano del actual sistema financiero internacional. Los operadores son movidos por la codicia al tomar riesgos demasiado grandes con el ajeno, y tienen un miedo tremendo que los riesgos tomados les jueguen una mala pasada.

Más de mil millones de personas resultaron perjudicadas por las crisis financieras de los años noventa. Lo ocurrido se puede resumir mediante una nueva versión de la fábula de la hormiga y la cigarra. La hormiga trabajaba y ahorraba para los malos tiempos, se ganaba el sustento y contribuía al bienestar del hormiguero.

La cigarra cantaba, consumía, se divertía. Luego, se presentó en el hormiguero y convenció a las hormigas para que la dejaran gestionar el grano con la promesa de multiplicarlo. La cigarra se jugó el ahorro de las hormigas, lo ?invirtió? y, finalmente, echó a las hormigas del hormiguero y se quedó con el granero.

El principio de los especuladores es tener dinero y ganarse la confianza de inversionistas codiciosos. Incapaces de tragarse a nadie de un bocado, pero en grupos tan peligrosos como las pirañas, millones de estos inversionistas ponen sus ahorros en manos de inescrupulosos a los que no conocen a cambio de una promesa de grandes beneficios.

Cuando la comunión del dinero se pone en movimiento su efecto depredador puede ser catastrófico para un país, incluso para la economía mundial en su conjunto. La deuda externa del Tercer Mundo es uno de los factores que originan los mercados financieros actuales, sus pagos han alimentado el crecimiento de grandes reservas privadas de divisas no controladas por los bancos centrales. Los poseedores de estos grandes depósitos de dinero se han dedicado a especular con ellos contra las monedas nacionales de numerosos países.

El juego especulativo comenzó a sentir afición por los llamados ?mercados emergentes?, término con el que se conoce a las economías que, con mucho trabajo, sacrificio y en muchos casos explotación, han conseguido un nivel de capacidad de producción importante.

Estas economías se han vuelto bocados apetecibles para los voraces caníbales financieros, sobre todo una vez que con ?ayuda? del FMI han ajustado sus equilibrios económicos básicos para mostrar sus sensuales encantos al capital financiero exterior.

Cuando éste entra en el país se produce una fiebre eufórica que hace subir la temperatura económica, todo sube: el valor de las acciones, de los inmuebles, la necesidad de trabajadores, los salarios. El alza generalizada parece que no va a tener fin y se mantiene hasta el día en que llega la catástrofe.

Píldora de humor.

-El juez le pregunta al acusado: ¿De qué delito se le acusa?

-De haber hecho mis compras navideñas con anticipación.

-Pero hombre, eso no es un delito. Dígame, ¿con cuánta anticipación hizo sus compras?

-Antes que abrieran la tienda, señor juez.

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