FAROVíctimas de la calle
La mayoria de los niños y niñas de la calle que ejercen la prostitución viven en situación de abandono y están marcados por graves carencias afectivas y materiales. Algunos son vendidos por su propia familia, arrasada por la indigencia, para que ?se ganen la vida? por medio de la prostitución.
Una simplificación ingenua ha intentado catalogar como enfermos a quienes solicitan los servicios sexuales de los menores de edad, especialmente prepúberes. Es posible que algunos se inserten en esa categoría, pero estudios especializados evidencian otra índole de características que definen a estos sujetos.
Una de ellas, buscar satisfacción en el abuso de poder que se ejerce contra estas criaturas; es decir, construyen su disfrute dañando a quien no puede defenderse, tal como sucede con los torturadores. Se trata de dañar a un ser humano y no a un objeto. Por eso el procedimiento se califica como perversidad, que se refiere a la destrucción de un ser humano, a diferencia de la perversión que se focaliza en la búsqueda de satisfacción sexual.
Los clientes disfrutan más allá de la práctica sexual sabiendo que están maltratando a una persona. No ignoran los padecimientos de sus víctimas aunque vilmente afirmen que ?ya están acostumbradas?.
Otros análisis definen a estos degenerados como sujetos genitalmente inmaduros que necesitan una relación sexual en la que se sienten poderosos ante quien los acompaña.
Las niñas prostitutas soportan dolor físico, fatiga, desconcierto, humillación y asco. Generan un estado de no-conciencia, disminuyendo la percepción de lo que les pasa y de lo que hacen, quedando inmersas en un estado semejante a la obnubilación, del que deben salir porque sus aberrantes clientes reclaman dedicación.
Con frecuencia solicitan bebidas alcohólicas para sostenerse a sí mismas. Cuando se trata de grabaciones de videos pornográficos se les suministran drogas para facilitar la obediencia a lo que se les indica. Se les enseña incluso a utilizar un ?nombre de guerra? con el cual sustituyen su identidad y se convierten en portadoras de un sobrenombre que las identifica como trabajadoras del sexo.
La violencia inscripta en todas estas prácticas, más allá del compromiso corporal de la niña, consiste en la degradación de su condición como ser humano para convertirse en una esclava destinada al placer de los adultos.
Este procedimiento se articula con el tráfico con niñas, niños y mujeres, cuya eficacia genera, según fuentes aportadas por organismos internacionales, millones de dólares.
Señor presidente, ¿qué cantidad de los 700 millones de euros ha pensado invertir en la solución de este vergonzoso y serio problema social que enfrenta su gobierno? ¡Perdón!…, me olvidaba que los niños y niñas de la calle no votan en las elecciones.
Píldora de humor.
-La secretaria le dice al gerente:
-Un hombre rubio, de ojos azules, de unos treinta y cinco años, bronceado, musculoso, de espalda ancha y muy simpático, quiere hablar con usted de algo que no recuerdo que me dijo.