PUNTO DE VISTA
Gobernabilidad en Venezuela
En un reciente artículo mencioné que el régimen madurista se ubica en “la categoría de “totalitarismo fallido” que ha desarrollado el politólogo Michael Waltzer. Se trata de un régimen que tiene vocación y objetivos totalitarios, pero le falta la capacidad y la eficiencia para concretarlos, el resultado, nos dice Waltzer, “es alguna forma de tiranía chapada a la antigua, pero disfrazada con un ropaje fascista o comunista”.
El régimen madurista está dirigido por un directorio feudalizado integrado por un grupo de stalinistas con ceguera ideológica y militares activos y retirados que son los beneficiarios de un sistema “non santo” de privilegios y negocios y que, por tanto, temen abandonar el poder. Estos militares pretorianos deshonran su uniforme y violan su juramento de defender la Constitución. Deberían recordar que las gloriosas legiones romanas despreciaban a los palaciegos pretorianos, por corruptos, nepotistas, cobardes, golpistas e ineficientes.
Con el fraude de una “constituyente” corporativa y comunal, copiada de los soviets de la fenecida Unión Soviética y del Congreso de las Corporaciones fascistas de Mussolini, la dictadura queda desnuda frente a la comunidad democrática internacional.
En otras ocasiones he recordado que todas las transiciones no violentas de un gobierno autoritario a uno democrático en el último medio siglo, como España, Polonia, Chile, Suráfrica, Nicaragua, Brasil, entre otras, se han dado por una combinación eficiente, una verdadera “pinza” de presiones nacionales e internacionales, que incluyen también garantías personales y familiares para los miembros más “expuestos” del régimen.
Esta “pinza” de presiones y las garantías tienden a provocar un resquebrajamiento de la unidad del régimen en su voluntad de permanecer en el poder a cualquier costo. En este mismo sentido, mis buenos amigos Andrés y Andrei Serbin, en un excelente artículo —http://www.perfil.com/internacional/venezuela-los-de-afuera-no-son-de-palo.phtml— afirman que las presiones y sanciones internacionales unilaterales son insuficientes y contraproducentes, lo que se necesita en lo internacional es un coordinado y concertado “accionar multilateral y multidimensional de la comunidad internacional” para “incrementar los costos percibidos por la elite político-militar para disuadirlos de continuar en la perpetración de crímenes de lesa humanidad y la profundización de un régimen inconstitucional y represivo”.
También la presión nacional debe ser multidimensional, pacífica y no violenta, pero desafortunadamente habrá quienes frente a la profundización de la dictadura y el cierre de los espacios democráticos estén pensando en la experiencia guerrillera de la “Contra” en la Nicaragua de los años 90’. El régimen, con un apoyo popular de entre 15% y 20%, mantenido básicamente con mecanismos clientelísticos, jugó la carta desesperada del fraude, prometiendo que con la constituyente se acabarán la “guerra económica”, la escasez, la inflación y retornarán la prosperidad y la paz. Por tanto, el desastre socioeconómico provocado por la ineficiencia, la corrupción y las “ideas muertas” del régimen pronto resquebrajará la residual credibilidad del gobierno entre sus propios seguidores.
El fortalecimiento y profundización de las presiones nacionales e internacionales, el fracaso socioeconómico, la continuada caída en el ya escaso apoyo popular terminarán de socavar la ya precaria gobernabilidad.