Guatemala tendrá en trece años aproximadamente 21 millones de habitantes y, a menos que haya un acuerdo político, económico y fiscal que permita el diseño y la puesta en marcha de un modelo de desarrollo transformador, incluyente y sostenible medioambientalmente, el 2030 nos encontrará peor que hoy. ¿Cómo se imagina usted el futuro de Guatemala? Permítame presentarle tres posibles escenarios con sus principales características.

Escenario 1. Todo sigue igual. El pacto de corruptos gana la batalla. Los políticos y los grandes empresarios no tienen legitimidad frente a la ciudadanía. El Estado continúa capturado: más privilegios fiscales, alianzas público privadas con el Estado como socio tonto, más narcotráfico, más impunidad y más violencia, incluso contra voces disonantes. Los medios de comunicación son cooptados o silenciados. Cerca del 50 por ciento de los habitantes continúa en la pobreza y el cambio climático hace estragos en todo el territorio. La migración continúa, en condiciones más riesgosas. Las calles se desbordan con niños y ancianos pidiendo limosna. La mayoría de jóvenes, sin libros pero con fusiles, protegen, secuestran o asaltan a los pocos privilegiados en esta sociedad. La carga tributaria continúa siendo del 10% del Producto Interno Bruto (PIB). No hay ninguna garantía para la democracia.

Escenario 2. Acuerdo a medias. Gobiernos y empresarios dialogan y logran algunos acuerdos al margen de la sociedad civil. Se aumenta el IVA y otros impuestos indirectos para apoyar la inversión en carreteras. Se continúa privatizando la salud y la educación públicas. Se aprueban salarios diferenciados que abaratan la mano de obra. El país crece económicamente al tiempo que aumenta la desigualdad. La conflictividad social está relacionada con la continuada corrupción y la explotación privada de recursos naturales. Algunos casos de corrupción tienen castigo. No hay cambios sustanciales en el sistema electoral. Un 45 por ciento de la población continúa viviendo en pobreza. La carga tributaria es del 14% del PIB, la ingobernabilidad impera.

Escenario 3. Más ética, más desarrollo. Se acuerda socialmente y se pone en marcha un pacto social de largo plazo que tiene como norte los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030, y se basa en metas de crecimiento económico y generación de empleo; construcción de la igualdad por medio de bienes y servicios públicos universales; y un Estado efectivo: planificador, ejecutor, evaluador y rendidor de cuentas. La corrupción es prevenida y castigada. La pobreza extrema es eliminada y la general se reduce significativamente. El país es competitivo por su educación, su salud, su seguridad. El ambiente natural es cuidado y respetado, al tiempo que se mitigan los daños del cambio climático. El imperio de la ley acerca a todos los ciudadanos al desarrollo y logra disminuir la delincuencia común y organizada. Todos participan más en la vida política, habiéndose logrado reformas estructurales al sistema electoral. La carga tributaria es del 20% del PIB y quien tiene más, aporta más.

Todo parece indicar que quienes tienen el poder económico y político conducen el país hacia el catastrófico escenario 1 o, como mucho, al escenario 2. Pero las tendencias se pueden cambiar, planificando, coordinando y evaluando el camino a seguir. Los cambios que allanan el camino al escenario 3 son complejos pero necesarios: apoyar la lucha contra la corrupción, organizar espacios legítimos de discusión social, reivindicar el rol de lo público y nuestro papel como agentes de cambio.

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