CATALEJO

Hansen humanista, Hansen arqueólogo

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GUATEMALA PREMIÓ AYER con la Orden del Quetzal a Richard Hansen, a quien se le debe definir primero como humanista y luego como arqueólogo, además de soñador, muy insistente, convencido de la importancia de conservar para la historia humana todo lo posible acerca de la misteriosa y sorprendente civilización maya. Pocas veces ese reconocimiento ha sido tan justificado y merecido. Durante 38 años, ha dedicado su vida a este tema, en el cual sobresale la tarea de decirle a los guatemaltecos una verdad sorprendente para muchos: Tikal es grande, junto con las demás ciudades mayas alguna vez perdidas en el impenetrable verde de las selvas peteneras, pero El Mirador y al menos otras 14 ciudades más, son más antiguas, sorprendentes, importantes, poco conocidas.

EL MIRADOR TIENE, EN CIERTA forma, el problema de su nombre: no es maya, como Tikal, Uaxactún, y por ello no suena “exótico” a los oídos de muchos. Se llama así por una razón simple: a causa de su altura, se puede mirar todo el rededor. En la cuenca han trabajado hasta 350 personas; llegan unos dos mil visitantes al año; han llegado científicos de 52 universidades, tiene 184 especies de pájaros. En uno de sus edificios podría caber todo el sitio de Copán. Comenzó hace unos 2,500 años y por eso puede ser considerado válidamente la cuna de la civilización maya. El futuro de este lugar, dice el homenajeado, es el ecoturismo, porque de continuar la depredación, tala de bosques, etcétera, se perderá para siempre y los guatemaltecos perderemos una razón más para sentirnos orgullosos.

ACERCA DEL TRABAJO de este humanista mucho se ha escrito, muy merecidamente, porque ya ocupa un lugar en la historia de la arqueología mesoamericana y mundial. Pero no deseo mencionar eso, sino referirme a la persona, al ser humano detrás del sueño. A quien ayer, al recibir la orden, se llevó la mano a los ojos para limpiarse una lágrima de emoción y al mismo tiempo recibió la mirada amorosa y orgullosa de su esposa, Joday, de sus siete hijos, ya todos adultos, quienes en compañía de sus padres han visto tantas veces las estrellas en esa enorme mansión del pájaro serpiente descrita por Virgilio Rodríguez Macal, y por ello también han vivido las tristezas cuando los dineros escasean y cuesta abrir las puertas a nuevas fuentes de financiamiento.

HAY MUCHO DE AVENTURA en la vida de Hansen, quien ya escapó de morir en un accidente aéreo, junto con uno de sus hijos, y también debió pasar tres días prisionero al ser acusado falsamente de robar piezas arqueológicas por gente dedicada precisamente a eso. Según me dijo, fue el momento más triste de todos sus años en Guatemala, hace ya varios lustros, mientras el más feliz fue cuando descubrió en El Mirador piezas mil años más antiguas de lo esperado. Su entusiasmo le ha hecho colaborar y obtener ayuda de numerosas instituciones, entre ellas National Geographic, y colaborar en la serie Story of God, con el actor Morgan Freeman, quien habló de los mayas a 114 millones de televidentes. Por eso tiene toda la razón al decir “Guatemala es un país al que quiero tanto”.

ALGUIEN CON ESE BAGAJE tiene todo el derecho de llamar a la unidad y al trabajo conjunto de los guatemaltecos a favor de su país, como lo hizo en su emotivo discurso luego de la entrega del galardón. Tiene también justificación el aplauso de pie con el cual los asistentes manifestaron su admiración por el trabajo, y su satisfacción por el acierto del Estado guatemalteco de otorgarlo. De mi parte, solo queda expresar cómo este tipo de beneficios para la historia de la Humanidad depende en buena parte de la ilusión y entusiasmo contagioso de hombres y mujeres como Richard y Joday. Gracias por ayudar a las generaciones actuales y futuras a conocer de dónde venimos en el universo de la cultura.

ESCRITO POR:

Mario Antonio Sandoval

Periodista desde 1966. Presidente de Guatevisión. Catedrático de Ética y de Redacción Periodística en las universidades Landívar, San Carlos de Guatemala y Francisco Marroquín. Exdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua.